Sevilla desde la Catedral

Sevilla monumental

Sevilla, además de tener mucho arte, y mucho duende, y un color especial, y todo lo que dicen las canciones, tiene muchos monumentos. Es una ciudad monumental en toda regla, porque es difícil caminar por sus calles sin toparse con un edificio histórico, emblemático, de esos que salían en los sellos y los cuadros de antes.

La Catedral de Sevilla

De entre todos esos monumentos sobresale la Catedral, aunque solo sea por tamaño. No es solo que sea la iglesia más grande de España, es que ahí donde la veis es el templo cristiano más grande del mundo después de San Pedro en Roma y San Pablo en Londres. También destaca por su estilo, porque recogió todo lo que tenía que tener el gótico europeo, como una recopilación de final de temporada antes de cambiar de argumento.

Catedral de SevillaLa Catedral de Sevilla es tan grande que necesitas más de un día para verla bien vista. Empezando por el Patio de los Naranjos, siguiendo por las innumerables capillas y altares y acabando por las tumbas de Fernando III el Santo, Alfonos X el Sabio o el mismísimo Cristóbal Colón (bueno, solo una parte de Colón, que el pobre está desmembrado y repartido por el mundo). Y eso sin contar la Iglesia del Sagrario y la torre de la Giralda.

Sin embargo, nosotros empezamos la casa por el tejado y luego ya casi no nos dio tiempo a más, pero mereció la pena. Una de las visitas guiadas que ofrece La Catedral es un tour de hora y media por las cubiertas, igual que hacen otros templos como el Duomo de Milán, que hace tiempo que explotan más el turismo que la fe. Es una forma distinta de ver el edificio, entender su construcción, admirar las vistas de Sevilla y sacar primeros planos de la Giralda.

La entrada a la Catedral incluye también la visita a la Iglesia del Salvador, otro monumento sevillano digno de visitar. Y si la Catedral es una lección de Gótico, El Salvador es un máster en Barroco por dentro y por fuera. Tiene unos retablos enormes donde no puede caber más gente, como un macrofestival de santos que no respeta el aforo. Aquí entre nosotros, también os digo que lo mejor de esta iglesia es su plaza, con sus tascas, bares y terrazas, que se llena de gente como un retablo sevillano.

El Real Alcázar de Sevilla

El otro gran monumento de Sevilla es el Alcázar, que junto con la Catedral y el Archivo de Indias, todos juntos en el centro de la ciudad, están declarados Patrimonio de la Humanidad. La entrada es barata, aunque concurrida, por lo que compensa sacar las entradas online y, a ser posible, con audioguía para enterarse de algo.

Para hacernos una idea, el Alcázar de Sevilla es como una Alhambra, pero más a mano, en el centro de la ciudad. Un palacio-fortaleza de la Edad Media, pero todo muy árabe y muy bonito, con cenefas y celosías, y jardines, fuentes y estanques, como si los árabes hubieran descubierto los hoteles boutique antes de la reconquista.

Real Alcázar de SevillaTan bonitas eran sus estancias, que cada rey cristiano que llegó se abstuvo de demolerlas y se conformaron con cambiarles los techos. Por eso ahora podemos ver junto a la Sala de Justicia o la Alcoba Real, algunas habitaciones que se denominan «el salón del techo de Carlos V», «el salón del techo de Felipe II», tal cual, pero vaya techos, oye. Es verdad que al Palacio Mudéjar le añadieron más tarde un Palacio Gótico con su capilla y su gran salón. Lo hizo Alfonso X, que como era sabio, pues bien hecho estará.

Pero si los palacios impresionan, no lo hacen menos los jardines que parecen interminables y que también esconden pequeñas obras de arte: el Estanque de Mercurio por aquí, el Pabellón de Carlos V por allá, la Fuente de la Fama, la puerta de Marchena… Para verlo todo mejor y cansándose lo justo, lo más práctico es recorrer la Galería Grutesco, un pasillo elevado y cubierto con aberturas hacia uno y otro lado (vamos, lo que viene siendo una galería).

La Plaza de España

Desde las alturas, los jardines del Alcázar parecen unirse con el Parque de María Luisa, y entre su arboleda sobresale otro monumento imprescindible de Sevilla. La Plaza de España es además el más reciente, construido para la Exposición Universal, no la del 92, sino la anterior, la de 1929, la que dejó edificios para la posteridad.

Plaza de España de SevillaAquella exposición también se centraba mucho en la relación entre España y América y el diseño se concibió, atención, para «simbolizar el abrazo de España a los antiguos territorios americanos» y por eso tiene una forma semielíptica abierta hacia el Guadalquivir, por donde se iban los barcos hacia América. Ahí queda la metáfora. Eso sí, en lo que se entretienen los visitantes es en recorrer los azulejos que representan a las provincias españolas, cada una con su mapa y su escena histórica. O en atravesar los puentes del canal donde se reflejan las torres y quedan estupendas en Instagram.

La Torre del Oro

Son muchos más los monumentos que decoran Sevilla: El Palacio de San Telmo, la Plaza de Toros de la Maestranza, el Puente de Triana, el Ayuntamiento, la Casa de Pilatos… Pero si tuviéramos que destacar una más para el espacio que da esta entrada, nos quedamos con la imagen de la Torre del Oro junto al Guadalquivir.

Torre del Oro de SevillaTambién es verdad que ni la torre es de oro ni el Guadalquivir es ya el Guadalquivir de verdad, sino una dársena taponada en un extremo. Pero dan el pego totalmente: cuando da el sol al atardecer, la torre lo refleja en un tono dorado que a su vez se refleja en el agua y queda como para pintarla.

Se construyó como torre defensiva del puerto y ahora alberga el museo naval, pero el caso es que su dedicación da un poco igual, cuando lo que importa es admirarla desde fuera, como los muchos monumentos de Sevilla.