Atardecer en el Mediterráneo

Mediterráneo, un mar y una canción

Mis vacaciones de este verano las he pasado, principalmente, en el Mediterráneo. Desde distintos ángulos, ciudades, pueblos, puertos y playas, amaneceres y atardeceres, en barco sobre él y de chapuzón, debajo. Entre mi banda sonora se encontraba el famoso tema de Serrat. No es que sea muy original, ni en la canción ni en el destino. El tema es «el mejor en español», y el 32% del turismo mundial tiene lugar en el Mediterráneo.

Mare Nostrum

El Mediterráneo no es un mar cualquiera. Cuna de civilizaciones, baña 46.000 kilómetros de costa de 24 países de Algeciras a Estambul como canta Serrat, o desde la Gibraltar británica hasta la Palestina de la franja de Gaza. Ha sido el escenario histórico por excelencia, ha visto navegar a egipcios, fenicios, griegos, cartagineses, españoles, turcos, venecianos,  genoveses… y no siempre en buenos términos, que ya se sabe que los que nacen por aquí son cantores, embusteros, les gusta el juego y el vino y tienen alma de marineros.

Los romanos lo llamaron Mare Nostrum, porque cuando conquistaron todo su litoral, el Mediterráneo se convirtió en su patio particular. Sin embargo el nombre viene del término Mar Medi Terraneum, mar en el medio de las tierras. Básicamente porque era el mar en medio del mundo conocido, o, al menos, el que importaba. Si hay un mar que merecía una canción era este.

Un mar lleno de vida

Además de histórico, el Mediterráneo es un tesoro, y no solo por la cantidad de barcos hundidos que se acumulan en sus fondos. Este mar supone el 1% de la superficie oceánica del planeta, pero contiene el 17% de la diversidad marina del mundo con más de 17.000 especies, incluidas algunas que se han colado desde el Mar Rojo desde que abrieron el canal de Suez.

Costa del Mediterráneo en Cinque TerreEl 20% de esas especies son endémicas, no se encuentran en ningún otro lugar, incluida la posidonia oceánica, un alga declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en Ibiza y Formentera, entre otras cosas porque son las responsables de limpiar el agua y darle el tono azul característico del Mediterráneopara que pintes de azul sus largas noches de invierno. 

Y eso solo en el mar, sus costas también tienen un ecosistema característico más allá de los olivos. Cuando Serrat canta «Le daré verde a los pinos y amarillo a la genista» habla del pino mediterráneo, también llamado halepensis, por la ciudad siria de Alepo; y de la genista, un típico y endémico arbusto de flores amarillas que se da en la costa porque sobrevive en terrenos secos e incluso en las dunas de las playas.

La canción Mediterráneo

Joan Manuel Serrat publicó el disco de Mediterráneo en 1971, y 47 años después está embarcado en una gira para rememorarlo y recantarlo enterito (entradas aquí). El disco, considerado por algunas revistas especializadas como el mejor de la música pop española, incluía varias joyas que han pasado a la posteridad como Aquellas pequeñas cosas o Lucía, pero sin duda la canción más célebre es la que da título al álbum.

En 2004 un programa de Televisión Española se propuso encontrar «nuestra mejor canción» y a lo largo de varios programas con éxito de audiencia, los espectadores eligieron Mediterráneo por encima de otros clásicos como Libre, Corazón Partío, Un ramito de violetas o La Puerta de Alcalá. Un par de años más tarde una selección de 156 artistas consultados por la revista Rolling Stone también eligieron Mediterráneo como la mejor canción del Pop Español.

Serrat compuso el disco en la Costa Brava, con 26 añitos, viviendo la vida y mirando al mar desde un hotel de Calella de Palafrugell. Sin embargo, en una entrevista para El País en 2014 Serrat contó en qué contexto escribió la canción y curiosamente no fue contemplando el mar, sino echándolo de menos:

«Estaba en México, llevaba semanas en el interior. Soñaba, literalmente con él. Agarré el coche y me fui a un lago, aunque sólo fuera por hacerme a la idea del mar que yo añoraba. Es en esos casos cuando me doy cuenta de que para mí, el mar, y concretamente el Mediterráneo es una identidad: una identidad feliz

Son innumerables las versiones que se han hecho de esta canción, y tal vez las más emblemáticas y famosas tienen voces de mujer: Paloma San Basilio, Niña Pastori, Sole Giménez, Ana Belén en el famoso concierto del Mucho más que dos, o la sorprendente versión de Lolita Flores en la película Rencor.

Un mar encerrado

El Mediterráneo era tan grande para los estándares antiguos, que sus ribereños lo subdividieron en otros 12 mares tan conocidos como el de Alborán, el Adriático o el Egeo, y llevan agua hasta su cuenca ríos tan emblemáticos como el Nilo, el Tíber, el Ródano, el Po o el Ebro.

Sin embargo, el Mediterráneo es casi un lago. De hecho lo fue hace 5 millones de años cuando se cerró el estrecho de Gibraltar y se prevé que vuelva a pasar en otros tantos. Lo que sucedió entonces fue que el mar llegó a secarse porque sin la corriente del Atlántico el agua se evaporaba más de lo que los ríos aportaban, y fue así como muchos animales africanos se fueron de paseo a Europa.

Aunque ahora el Atlántico insufla agua suficiente, la peculiaridad de mar «encerrado» hace que tenga mucha más sal, o que cuando Serrat canta que «te acercas y te vas después de besar mi aldea jugando con la marea«, tampoco es que sea mucho el juego, porque las mareas son mínimas en comparación con otras zonas.

Lo que acaba con el Mediterráneo

Y además, es un mar muy cálido. Probablemente lo que recordamos todos los que nacimos en otros mares es que el Mediterráneo es como un charquito de agua caliente. En concreto con una temperatura media anual que va desde los 16 grados de Marsella a los 22 de Tel Aviv, donde en agosto alcanza ¡los 28 grados!

A su calidez habitual hay que añadirle el calentamiento global que amenaza la especies del Mediterráneo, que además está amenazado por la sobrepesca y la explotación urbanística de la costa. Pensad en el Levante español, en la costa azul francesa, en las islas griegas, en las aglomeraciones turísticas en Venecia, Dubrovnik o Estambul, en los cruceros y barcos de recreo que lo recorren diariamente. ¿Os parece mucho? Pues según las previsiones del sector, se espera que esta zona del mundo llegue a los 420 millones de turistas en 2020.

Sí, los turistas somos la peor amenaza y probablemente los responsables de otro record: Según Greenpeace del 21% al 54% de todos los fragmentos de microplásticos en el mundo se encuentran en la cuenca mediterránea.

Procuremos cuidarlo, para poder seguir amontonando amor, juegos y penas en su arena, aunque no hayamos nacido en el Mediterráneo.

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