Tejados de Génova

El esplendor de Génova

Como casi todas las grandes ciudades europeas, y las italianas en particular, el casco histórico de Génova es el resultado de alguna otra época de esplendor al que ahora se le saca brillo para gloria del turismo. La época de Génova fue el final de la Edad Media y el Renacimiento, cuando se convirtió en una potencia marítima y económica, expandiendo sus territorios hasta Córcega y Cerdeña y dominando el Mediterráneo Occidental igual que Venecia lo hacía en el oriental.

A qué se parece Génova

Lo voy a decir aun a riesgo de que me declaren persona non grata en la ciudad: Génova es la hermana fea de Venecia. Quien dice fea, dice menos llamativa, solo por el simple hecho de que tiene calles -qué vulgaridad- en lugar de canales. Por lo demás una es espejo de la otra, en la historia, en el aspecto, y hasta en el mapa, cada una dominando un golfo en el extremo superior de la bota italiana.

Génova también fue una república gobernada por un Dux desde el Palacio Ducal, que por supuesto tiene su correspondiente campanario/observatorio, la Torre Grimaldina. Génova también contaba con una amplia aristocracia, enriquecida a base de comerciar en el mar, que llenó la ciudad de palacios.

Y sobra decir que todos dependían de un puerto que era -y es- la entrada de riqueza en la ciudad, y en torno al cual fue creciendo la misma colinas arriba (Mira, esto ya es distinto a Venecia). La ciudad está llena de ascensores y funiculares para poder saltar los desniveles geográficos y que de paso son buenos miradores.

Catedral de San Lorenzo en GénovaA pesar de tener más espacio natural para expandirse, el centro más antiguo de Génova está apretado de edificios entre callejuelas, amontonados unos a otros, pintados de distintos colores, con sus correspondientes desconchones, creando muchos callejones oscuros y, a veces, malolientes (lo dicho, Venecia sin canales), y entre los cuales te sorprenden iglesias que son joyas escondidas.

Entre los edificios religiosos destaca, claro, la Catedral de San Lorenzo a la que entramos y subimos hasta su tejado para tener una panorámica de los tejados genoveses en ascensión por las colinas.

Esplendor y caída de Génova

Los buenos años de Génova duraron hasta el siglo XVI , principios XVII, cuando por culpa de uno de sus paisanos más ilustres -las vueltas que da la vida- los españoles les arruinaron el negocio convirtiéndose en la potencia de moda y moviendo el meollo del comercio marítimo hacia el Atlántico.

Avenida Garibaldi en GénovaDe aquella época de gloria genovesa datan sus principales joyas arquitectónicas: En la Avenida Garibaldi, la más señorial de Génova, vimos los grandes palacios de las adineradas familias genovesas, que en su momento compitieron por alojar a los reyes y embajadores extranjeros cuando visitaban la ciudad.

El conjunto de esos palacios, denominados los Rolli, fueron declarados patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y varios de ellos como el Palacio Rojo y el Blanco se pueden visitar como museos (sí, los reconoceréis fácilmente por sus colores). Otro, aún más famoso, es el Palacio Doria-Tursi que con el nombre de dos de las principales familias genovesas ahora acoge al Ayuntamiento de la ciudad.

Colón el Genovés

Casa de Colón en GénovaEl paisano que le hizo la pascua a Génova, por si no lo habéis adivinado, era Cristóbal Colón, Cristóforo para los locales, que nació por aquí en 1451, aunque en España hemos tardado en reconocerle la nacionalidad y aún circulan teorías que lo llaman catalán, gallego, andaluz o portugués. El caso es que en Génova siempre lo han tenido muy claro, y por eso abundan las referencias a él: Placas, plazas, calles o monumentos, como el que se encuentra frente la Estación del Príncipe.

Pero el principal reclamo es la mismísima casa donde nació Colón, o al menos así se anuncia la pequeña casita-museo de dos pisos que vimos junto a la antigua puerta de la ciudad, cubierta de enredaderas y apartada de cualquier otro edificio. Que digo yo, que si tan difícil fue adjudicarle ciudad de origen, es raro que se haya conservado su humilde casa 500 años después. Pero no seré yo quien arruine el reclamo turístico de la ciudad.

Plaza Ferrari en GénovaTras la faena de Colón y la pesca americana, Génova no levantó cabeza hasta el siglo XIX cuando la industrialización la convirtió en el súper puerto italiano que sigue siendo. De esa época es la Plaza Ferrari, considerada hoy el centro de la ciudad, con una enorme fuente y una estatua de Garibaldi, y rodeada de edificios emblemáticos como el de la Bolsa, el Teatro Carlo Felice, el Palacio de Bellas Artes o el propio Palacio Ferrari.

Mucho más moderna es la autovía elevada que interrumpe la ciudad separándola de su puerto y del mar. Supongo que debió ser construida por alguna buena razón que desde luego no es estética. Si no me equivoco, es la misma autovía que unos kilómetros más allá colapso este verano, apenas unos días después de nuestra visita.

Pero no os confundáis, en general Génova es bonita y digna de visitar, sin necesidad de canales ni nada.

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