He escrito un libro. Como lo leéis. Puesto así, en grandes titulares, suena pretencioso, hasta que recuerdas que en estos tiempos cualquiera con un poco de tiempo y un teclado puede escribir un libro. Y yo, estimados y potenciales lectores, quiero ejercer mi derecho de ser uno de esos cualquiera.
Lo venía avisando, he dejado pistas: que si el blog evoluciona, o que si tramaba mi primera incursión en la literatura de viajes. No digáis que os pilla por sorpresa, a uno le dejáis escribir así a lo loco y pasa lo que pasa. Si teméis el resultado, ahora ya es tarde: he escrito un libro.
Decía Emily Dickinson que «para viajar lejos, no hay mejor nave que un libro». Es mentira. La pobre Emily no conocía los aviones de Emirates Airlines, pero concedámosle al menos ese tópico algo cursi de que un libro te puede llevar a conocer lugares lejanos con la imaginación (Al fin y al cabo, era una poetisa romántica del siglo XIX, qué podemos esperar). En cualquier caso, sí que estamos de acuerdo en disfrutar de la combinación de libros y viajes, viajes y libros, que ya hemos comentado en varias ocasiones. Es por eso que me he atrevido a escribir algo que podría encajar en el ambiguo género de la literatura de viajes. O más bien en la literatura de viajeros (acabo de inventarme un subgénero, por si no estabais atentos), pero que puede también mezclarse con el género policíaco, o el humorístico, e incluso el fantástico. Me explico:
Resulta que los viajes que ilustran las páginas de este blog no sólo han dado para anécdotas o cómicas reflexiones, sino que también han inspirado pequeñas historias de ficción. Durante el último año he recuperado algunas de esas historias, las he revisado, reescrito, y he creado otras nuevas sobre otros inspiradores lugares y los viajeros que los visitan. El resultado es una colección de relatos ambientados en distintos destinos alrededor del mundo que, por esas cosas de la literatura, acaban enlazándose entre sí, y cuyos protagonistas son, cómo no, todo tipo de viajeros infrecuentes.
He escrito un libro (me lo tengo que repetir para creérmelo) y ya está terminado, pero falta avanzar en el proceso de autoedición: ponerle una portada, maquetarlo, publicarlo y distribuirlo. Confío en aprender en el proceso, y os iré informando de mis aventuras y desventuras a través de este blog y la recién estrenada página de Facebook . Esto sí que va a ser un viaje.