Por si no tenéis el mapa en mente os lo simplifico: Tenerife es un triángulo. En concreto un triángulo isósceles que apunta al amanecer (así, porque las matemáticas y la poesía no tienen por qué estar reñidas). En su centro de gravedad, y de interés, está el Teide, como no podía ser menos, pero no hay que olvidarse de los vértices.

De las tres esquinas que forman el triángulo de Tenerife, una de ellas está dedicada a la explosión turística de apartamentos, hoteles, cartelería en inglés y alemán, largas playas y sol perpetuo; es la que corresponde a Arona y Adeje. Sin embargo, los tesoros naturales se encuentran en las otras dos esquinas, el Macizo de Anaga y la Punta de Teno, y en mi última visita a la isla tuve la oportunidad de visitarlas:

Anaga

El Parque Rural de Anaga ocupa el montañoso extremo oriental de la isla de Tenerife. Está declarado Reserva Mundial de la Biosfera por la UNESCO, entre otras cosas por ser el lugar con mayor concentración de especies endémicas de toda Europa. Eso quiere decir que al pasear por sus montañas y barrancos estaréis conviviendo con un gran número de plantas y bichos que no existen en el resto del mundo ¿Cómo os quedáis?

Llegar al Macizo de Anaga es sencillo, está a pocos kilómetros desde Santa Cruz de Tenerife y aún menos desde La Laguna, pero por el camino conviene parar en miradores como el de Jardina, desde donde, con un poco de suerte, se puede ver todo el valle de La Laguna con el Teide al fondo.

Para adentrarse en Anaga hay que sortear lo escarpado del paisaje. La carretera recorre buena parte de la cumbre hasta otros miradores imprescindibles, como los de la Cruz del Carmen o el Pico del Inglés. Pero lo mejor que podéis hacer es buscar alguno de los senderos que recorren las montañas y descienden hasta salvajes playas de arena negra como las de Almáciga, Benijo o el Roque Bermejo. En la web de Turismo de Tenerife tenéis todos los datos para planificar la visita.

Nosotros llegamos hasta el mirador del Roque de Taborno (lo sé, todo aquí tiene nombre exótico) y además de disfrutar las vistas fuimos a comer a un restaurante muy atípico por su nombre, por su pinta y por su menú, geográficamente incongruente, de comida francesa: se llama Historias para no dormir, y lo recomiendo porque por 17 euros puedes comer un menú propio de restaurante de cinco tenedores de París en medio de la macaronesia más auténtica.

Parque Rural de Teno

En la esquina opuesta, en el extremo noroeste de Tenerife, se encuentra el Parque Rural de Teno, probablemente el lugar más inaccesible de la isla, que ya es decir. Una excursión de un día hasta allí lleva su tiempo, pero permite hacer algunas pintorescas paradas en el camino (si se va por la cara norte de Tenerife) como en Garachico, La Orotava o la parte antigua del Puerto de la Cruz.

Llegar hasta la Punta de Teno es difícil, porque todo lo bueno cuesta y porque la carretera cierra ciertos días de la semana para evitar las aglomeraciones en el camino, pero los que tienen suerte encontrarán al final el faro más occidental de la isla, unas inmejorables vistas del Acantilado de los Gigantes y un atardecer sobre el Atlántico.

¿Que no se puede llegar hasta allí? No hay problema, nosotros avanzamos por el interior hasta el recóndito caserío de Masca, enterrado entre barrancos, como para aislarse del mundo, salvo por unas vistas al mar que enfocan directamente a La Gomera. Desde allí también hay rutas y senderos, pero para organizar rutas por la zona, es mejor volver a las fuentes oficiales de turismo de Tenerife.

Por el camino, por cierto, en la carretera de Buenavista, comimos en Baracán, que además de un nombre estupendo para un bar, es el del pico más alto de la zona, y sirven muy buena comida a muy buen precio.

He sido muy breve con respecto a todo lo que hay que ver en ambos lugares, pero tomaos esto como un llamamiento o recordatorio de que a veces lo mejor se encuentra así, en las esquinas.