Desterrarse en Fuerteventura

Desterrarse en Fuerteventura

¿Es que Fuerteventura está de moda? No uno, ni dos, sino hasta once personas de mi entorno, de distintos grupos y lugares de residencia, han pasado varios días de vacaciones en Fuerteventura en los últimos meses. No es que sea una encuesta oficial del INE, pero tampoco creo que sea casualidad.

Yo mismo estuve hace poco en Fuerteventura, en lo que fue mi primer viaje oficial de vacaciones después del fin del turismo y por eso mismo puedo intuir algunos motivos de los demás. No quiero hacerme el sociólogo, pero un poco sí.

Puestos a buscar razones, imagino que a los atractivos habituales de Fuerteventura hay que sumarle los coyunturales, empezando por la limitación de destinos internacionales, ya sea por las restricciones o la escasez de vuelos, y siguiendo por el miedo a abandonar el territorio (y sistema sanitario) español, por lo que pueda pasar.

A falta de destinos más exóticos, cualquier isla canaria está lo bastante lejos de la península como para que el viajero sienta que está yendo de aventura, y se han convertido en un lugar asequible y tranquilo por la falta de turistas extranjeros. En el caso de Fuerteventura, influye también la promesa de enormes playas con poca gente, el aislamiento del mundo, el exilio, o el destierro. Como Unamuno, pero queriendo. Abandonarse aunque sea por unos días, en esta isla desierta y desértica.

Fuerteventura, la isla desierto

Vista desde el aire Fuerteventura parece un desierto. Apenas hay algunos núcleos de población aquí y allá esparcidos en una enorme extensión marrón. Una vez en tierra la impresión se confirma. Apenas hay árboles, y los largos trayectos hasta cualquier pueblo son como recorrer un solar interminable.

Sin embargo, uno de los pocos lugares a los que el adjetivo «desierto» le otorga un mejor estatus es una playa, y ahí es donde Fuerteventura triunfa como lugar de vacaciones. Las playas de la isla son más grandes que su concentración turística, por eso siempre encontraremos un rincón de playa desierta.

Dunas de Corralejo en FuerteventuraAunque en visitas anteriores pude conocer más rincones de la isla, como la impresionante playa de Cofete o atisbar las playas de Jandía, en esta ocasión las vacaciones se limitaron exclusivamente a Corralejo, que cuenta como principal atractivo sus «grandes playas», extensión de su parque natural de dunas.

A diferencia del desierto tipo terrero de otras zonas de la isla, en las dunas de Corralejo puedes esperar que aparezca Lawrence de Arabia en cualquier momento. Se trata de un paisaje espectacular de fina arena blanca a la que el viento va dando formas, y que se extienden hasta el mar, creando unas playas impresionantes, como de catálogo de agencia de viajes, que ya quisieran muchos destinos turísticos del caribe.

Los atractivos de Corralejo

Pero no solo de dunas y playas vive Corralejo. Esta pequeña población al noreste de Fuerteventura es, con diferencia, el destino predilecto de la isla, por eso da la impresión de que hay más apartamentos y hoteles que residencias.

Playa de las palomitasEl pueblo se extiende a partir de una pequeña bahía con vistas privilegiadas a la costa sur Lanzarote y a la Isla de Lobos, que queda muy bien para adornar cualquier foto. En esa bahía hay un pintoresco puerto, dos playas de arena dorada y una tercera playa, famosa ya en el mundo entero por estar cubierta de lo que parecen palomitas de maíz, solo que si las comes te saltas los dientes.

Puerto y playas están bordeados por un paseo alicatado de bares y restaurantes con vistas al mar, o terrazas y beach clubs de los que te sientas a tomar la cerveza con los pies metidos en la arena (¿Hay algo más gratificante en unas vacaciones?). Y lo mejor, todo está a distancia de patinete.

Además de la visita obligada a las dunas, las playas y la isla de Lobos (de la que habrá que hablar en otra entrada), hay una excursión que merece la pena hacer desde Corralejo y es una ruta senderista para observar los volcanes de Bayuyo e incluso asomarse al cráter del Calderón Hondo, un «pequeño» volcán inactivo de esos de extraña belleza. Eso sí, seguid bien las indicaciones de ida y vuelta o acabaréis haciendo senderismo por la autovía como un servidor.