Aeropuertos vacíos por el coronavirus

El turismo en los tiempos del coronavirus II

Hace unas semanas que comentábamos en este blog cómo estaba afectando aquel lejano coronavirus al turismo internacional, y fíjate, apenas unas semanas y estamos como María Jiménez, que ahora ya nuestro mundo es otro.

Desde entonces han pasado unas cuantas cosas, seguro que os habéis dado cuenta porque sois muy perspicaces. Para empezar medio mundo está encerrado en su casa. No es un decir. Literalmente, la mitad de la población mundial está sujeta a medidas de confinamiento. Si apenas podemos salir a comprar el pan, del turismo mejor no hablamos.

¿Qué ha pasado con el turismo?

Pero sí, vamos a hablar, porque tampoco tenemos mucho más que hacer. El 13 de febrero ya comentamos los estragos que estaba causando el miedo a la epidemia entre los distintos jugadores del sector turístico, pero ahora nos hemos movido a un nivel muy superior en el que la causa ya no es el miedo sino las medidas de contención.

Desde el 23 de febrero, cuando se decretaron los primeros confinamientos fuera de China, en un puñado de pueblos italianos, hasta hoy, el turismo ha desaparecido totalmente de la faz de la tierra. Suspensión de vuelos, cierre de fronteras, cierre forzoso de alojamientos turísticos. Todo cancelado.

¿Todo? Bueno, ha habido algunas excepciones un poco deshonrosas que se repiten allá por donde se va expandiendo la epidemia: Tan pronto como cerraron las escuelas en Milán o Turín, muchos de sus ciudadanos aprovecharon la ocasión para llenar las pistas de esquí de los Alpes. Porque ¿qué hace uno con días libres? Pues turismo. No les culpéis, aún tenían una mentalidad pre-epidémica. Hicieron igual, solo que con menos glamour, muchos madrileños de excursión en la Sierra al día siguiente de suspenderse las clases.

Estas escapadas están teniendo su extensión en lo que podemos denominar turismo de confinamiento, que consiste en viajar a un lugar más bonito y agradable a donde pasar la cuarentena a pesar de que los movimientos están restringidos o no recomendados. Es lo que decidieron practicar todas aquellas personas que al decretarse el estado de alarma salieron con maletas, niños, y virus, a pasar la temporada en la playa.

Playa de los Hamptons

En España conocimos los casos de los pueblos más turísticos de Valencia o las segundas residencias del País Vasco; escuchamos a la indignada alcaldesa de Águilas, invadida de turistas, y estamos viendo las medidas extremas de los pueblos de Cádiz.

En Estados Unidos hemos visto cómo los millonarios de Nueva York se rifan las lujosas viviendas de los Hamptons para pasar la cuarentena a todo lujo y confort, mientras en el Lago Tahoe tienen miedo de los turistas de los que viven todo el año.

Añado una tercera variante, más dramática: el turismo de emergencia que practican todos aquellos que ya estaban en algún destino turístico y de la noche a la mañana se han encontrado con suspensión de vuelos y cierre de fronteras en todo el mundo. Continúan su viaje, obligados a vagar por conexiones imposibles para volver a sus casas o a extender sus vacaciones sine die hasta que les rescate un vuelo de repatriación.

Y eso es todo. Ese es todo el turismo que vamos a ver de aquí a …… (ponga en los puntos suspensivos la fecha que le permita su optimismo).

¿Y después qué?

El escenario es tan nuevo, original y exótico que es imposible saberlo, pero podemos jugar a especular, como si fuéramos ejecutivos de Wall Street, de los que veranean en los Hamptons.

Esta situación va a durar mucho tiempo. «Mucho» es un término relativo, así que vamos a decir que «probablemente tanto, que es muy probable que la industria se transforme«. Y cuando se habla de transformación en tiempos de crisis se suele hablar de destrucción.

Estimación de salida del Coronavirus

Vamos a jugar a elucubrar siguiendo un orden:

  1. No sabemos si el confinamiento en España durará hasta finales de abril, mayo o junio. Lo que parece claro (y ya hay hasta gráficos de consultoras explicándolo) es que no saldremos a hacer la vida que hacíamos antes como si no hubiera pasado nada. La veda se levantará muy poco a poco, por fases, y seguro que lo último que nos permitirán hacer será viajar por placer.
  2. ¿Viajar a dónde? Cada rincón del mundo tiene sus propia curva de contagios, de manera que aunque en nuestro país se considere controlada, no se podrán abrir las fronteras alegremente hasta tiempo después, y mucho menos para viajes turísticos.
  3. Incluso cuando abran las fronteras, tendremos que esperar a que las aerolíneas que hayan sobrevivido al parón vuelvan a ponerse en marcha y reanuden poco a poco los vuelos, empezando por los más rentables.
  4. Cuando esto suceda, y los turistas vean el cielo abierto, nunca mejor dicho, comenzarán a viajar solo aquellos que aún tengan ahorros y solo los que hayan superado el miedo. El miedo al virus y el miedo a que un rebrote les deje atrapados en algún lugar lejano, pendientes de una repatriación forzosa y compleja.
  5. Cuando esos turistas se atrevan a viajar, irán a aquellos países donde ya no haya período de cuarentena al llegar, y tendrán que buscar aquellos alojamientos que hayan sobrevivido a la purga del coronavirus y la crisis y hayan podido volver a abrir.

¿Qué cambiará en el turismo?

Con este panorama, que se puede extender más de un año, el turismo tendrá que cambiar por fuerza a medio y largo plazo. Esto ya es jugar a ser adivino. Pero los psicólogos recomiendan jugar durante estos días, para sobrellevar el encierro, así que ya puestos:

  • En un primer momento y tal vez a la larga, predominará el turismo local dentro de cada país, primero por estar menos restringido, y luego por ser más barato y más seguro. Se disfrazará de solidaridad, pero será pura necesidad, y también egoísmo, porque fomentar el principal sector del país redundará en beneficio del resto.
  • Es más que probable una nueva concentración de líneas aéreas y cadenas hoteleras que a través de compras, fusiones y quiebras reduzcan la oferta.
  • El turismo de lujo seguirá existiendo, porque en tiempos de crisis los muy ricos se hacen más ricos, aunque sea en términos relativos, pero es probable que desaparezcan o se reorganicen los niveles intermedios. Por decirlo de otra manera: puede que el que iba a Punta Cana tenga que ir a Tenerife, y el que iba a Tenerife tendrá que ir a Benidorm, y cada uno con una estrella menos en el hotel.
  • Muchos inventarán o sacarán partido a formatos de turismo post-epidémico, que eviten las aglomeraciones o las zonas comunes: turismo rural o de naturaleza, entradas independientes, comidas en soledad, seguros de devolución pandémicos.

O también puede ser que acabe desapareciendo el turismo. Y ya está. Pasará a ser una moda antigua que luego recordaremos, algunos con nostalgia, otros con incredulidad, como cuando se fumaba en los aviones.