Una noche en el Aeropuerto de Dubai

Tengo entendido que la Terminal 3 del aeropuerto de Dubai es el edificio más grande del mundo. Y se nota. No sé cuántos kilómetros hemos hecho esta noche, aeropuerto pa’allá, aeropuerto pa’acá.

Salimos hace muchas horas de Barajas en un vuelo de Emirates. Por cierto, qué lujos, qué comida, qué entretenimiento a bordo. Cómo se lo curran estos árabes y qué poco les ha afectado la crisis de las aerolíneas. En cuanto pisamos la famosa terminal 3, después de un tour de autobús por todas las pistas del aeropuerto, que parecía que nos llevaban de vuelta a Madrid por tierra, nos dedicamos recorrer todos los rincones. La escala es de 8 horas, algo teníamos que hacer.

iPhones bañados en oro a un precio de 5.000 dólares, relojes a 20.000, boutiques de Chanel, Gucci y Armani, un par de porsches aparcados en el duty free como premio de un sorteo…lo normal para un aeropuerto. Falta la tienda de las muñecas flamencas para parecerse a Barajas. No hemos llegado a comprobar las salas VIP, ni las duchas, ni el puesto de ostras, pero después de tomar un café a cambio de wifi decidimos hacer escala en el Heineken lounge con una pinta tamaño familiar. Y luego, en el colmo de la gula, nos hemos ido en tren al otro edificio de la terminal buscando el restaurante de Jack Daniel’s, que al parecer tiene fama internacional. Teniendo en cuenta que eran las 4:30 de la madrugada, la camarera no sabía muy bien qué carta ofrecernos ¿Desayuno? ¿Cena? Da igual, nos hemos metido una hamburguesa entre pecho y espalda que no vamos a digerir hasta la vuelta de las vacaciones.

Ahora estamos de vuelta en nuestra terminal, frente a la puerta de embarque, en asientos normales, no en esos reclinables que ha pillado la gente más espabilada que nosotros. Son las 6 de la mañana y ya es pleno día en Dubai. Se nota en la luz, pero no en el ajetreo, porque este aeropuerto no duerme, siempre hay mucha gente. Aún faltan un par de horas para que salga nuestro vuelo e intento pestañear mucho para permanecer despierto justo el tiempo necesario hasta desplomarme en el asiento del avión.

Por cierto, a Dubai habrá que venir en otra ocasión, porque toda la publicidad del aeropuerto da a entender que bien merece la pena salir de la terminal y ver la ciudad. Y la publicidad nunca miente del todo.

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