El Gran Cañón del Colorado es una de esas maravillas de la naturaleza que merecen la pena ver una vez en la vida. O por lo menos eso parece en las películas, por eso cuando decidimos ir a Las Vegas sabíamos que queríamos aprovechar un día o dos para «acercarnos» (las distancias en el Oeste americano son tan grandes que el término no acaba de encajar) al Parque Nacional del Gran Cañón para echarle un vistazo y unas fotos.
Para variar fuimos sin preparación ni reservas, pero no hay nada que no se pueda solucionar en Las Vegas, y la primera tarde allí pudimos escoger y reservar una excursión sin problemas para el día siguiente. Para los que hayan llegado a esta entrada buscando pistas o recomendaciones de viaje, aquí van algunas claves de la visita al Gran Cañón:
- Hay multitud de excursiones para visitar distintas partes del cañón, pero todas son de ida y vuelta en el día (Las Vegas quiere que pases tus noches allí). Para pasar una o más noches en el Gran Cañón hay que hacerlo a medida: alquilar coche y reservar (esto sí, con antelación) en alguno de los hoteles dentro del parque.
- Las excursiones de un día se pueden contratar por cientos en infinidad de páginas web, también en los quioscos de Las Vegas Boulevard que venden tickets para todo; o directamente a través de tu hotel, lo que en muchos casos te asegura la opción más fiable y la recogida en tu puerta.
- Las opciones para viajar son muy variadas e incluyen vuelos en avioneta, helicóptero, coche privado o el autobús de toda la vida, y los precios van desde los 150$ por persona a la cifra que te puedas imaginar o permitir según lo que ganes en el casino.
Las distintas caras del Gran Cañón
Al cañón no le llaman «Gran» por gusto, el cauce tiene una longitud de 446 kilómetros, y el espacio que ocupa el Parque Nacional es de casi 5.000 kilómetros cuadrados, que es como toda la provincia de Pontevedra. Como para verla en un día. Por eso la decisión clave es qué se quiere ver. Aquí van otras pistas para el que esté interesado:
- El South Rim es el tour clásico que permite pasear por el borde del Gran Cañón y pasmarse. Se encuentra en el Estado de Arizona y se tarda entre mucho y bastante en llegar (unas 14 horas de excursión en total). Es el que nosotros escogimos, así que lo detallo más adelante.
- El West Rim es el intento del Estado de Nevada de explotar su pedacito de Gran Cañón y retener a los turistas de Las Vegas dentro del estado. Las vistas son más limitadas, pero para compensarlo han construido un espectacular paseo de cristal sobre el vacío llamado Skywalk, no apto para cardiacos. Se tarda menos tiempo en llegar (11 horas de excursión en total, tampoco es que sea ir a por tabaco) y a priori parece más barato en los folletos, salvo porque hay que añadirle la entrada del Skywalk, lo que sube el precio considerablemente.
- También existe un North Rim para los más aventureros, pero en este caso ya merece la pena buscar alojamiento y pasar varios días de actividades. Eso sí, hay que hacerlo en verano, porque las carreteras de acceso cierran en invierno debido a la nieve. Sí, nieva.
Excursión al South Rim del Gran Cañón
Como decía, nosotros que somos unos clásicos, optamos por la visita tradicional al South Rim en un largo, largo, viaje en autobús atravesando los desérticos paisajes del medio oeste americano que en este época, pleno febrero, están sometidos a temperaturas muy bajas (llevad abrigo, que diría una madre). Para hacerlo más ameno la excursión incluía un par de paradas:
La presa Hoover
Parece solo una presa, como tantas que hemos visto en cualquier pantano, pero en tamaño americano, y de vital importancia para la energía y suministro de agua del Oeste Americano. Por eso está protegida militarmente como infraestructura básica del país, ya que de sus aguas dependen hasta siete grandes estados americanos desde Wyoming hasta California; y la energía eléctrica producida enciende las luces de grandes ciudades desde Las Vegas hasta Los Ángeles, que son muchas luces, oye.
El paso sobre la presa es además la frontera entre los estados de Arizona y Nevada, y tiene un centro de visitantes que por lo visto es muy demandado (hay excursiones específicas desde Las Vegas) por los que quieren saber algo más de ingeniería, de historia de Estados Unidos, o ver de cerca las huellas que dejaron Supermán y James Bond a su paso por la presa en sus películas (esto ya, en la imaginación de cada uno).
Además, el lago formado por la presa Hoover, el Mead, permite excursiones en barco para darse un atracón de agua en medio del desierto.
La Ruta 66
Pues sí, para llegar desde Las Vegas al Gran Cañón hay que pasar por la Ruta 66. Aunque la verdad no sé si es imprescindible o es solo un reclamo turístico, porque no creo que haya una carretera más explotada comercialmente. Cada establecimiento del camino, ya sea una gasolinera o una barbería, aprovecha la fama de la Ruta 66 para vender todos los souvenirs que os podáis imaginar. Pero quién se resiste a una foto con el cartel.
El Gran Cañón
Cuando por fin llegamos al Gran Cañón nos sorprendimos al descubrir una enorme meseta nevada salpicada de pinos (veníamos poco estudiados y no conocíamos este concepto de desierto con nieve y pinos, qué queréis que os diga). Tras los pinos y algunas edificaciones que corresponden a centros de visitantes, museos y moteles se abre la inmensidad abrumadora del Gran Cañón.
La ventaja del South Rim es que puedes apreciar los paisajes desde muy distintos ángulos y todos impresionantes. No te va a dar la memoria de la cámara para tanta foto, desde las panorámicas a los detalles de las formaciones rocosas, las cimas planas que quedaron de la meseta y las gargantas y barrancos que las separan hundiéndose hasta el cauce del río.
La mejor opción es recorrer el paseo (Rim Trail) que bordea el abismo entre El Centro de Visitantes y el Village y parar allí donde el marco sea perfecto, que será a cada minuto. O donde las instalaciones permitan conocer un poco mejor de qué endiablada manera la naturaleza ha creado semejante construcción: Carteles explicativos, pequeños tubos para fijar la mirada en algún punto (como, por ejemplo, el apenas perceptible Río Colorado en el fondo), e incluso una línea temporal para explicar en qué momento de la historia se originó cada parte del Gran Cañón. En mitad del camino también se encuentra el museo Yavapai, que además de un cálido refugio, es un punto de aprendizaje interesante.
En fin, que tardas horas en recorrer los tres kilómetros y medio de camino con tanta parada, por no hablar del cuidado para no deslizarte con el hielo cañón abajo. Es broma, el camino es seguro. Pero el hielo también es real.
Para el que no esté por la labor de caminar, también puede coger cualquiera de las líneas de autobuses gratuitos (incluidos en la entrada al parque nacional, que a su vez está incluida en el precio de la excursión) que te llevan a distintos puntos del camino o a zonas más alejadas como el Desert View a 35 kilómetros.
Y a esto es básicamente a lo que te da tiempo en una excursión de un día desde Las Vegas al Gran Cañón, el resto es llegar al hotel para darte un baño caliente que te recupere del viaje y el frío y lanzarte a la noche de Las Vegas si aún hay fuerzas.
Muy recomendable. Algún día…
Merece la pena!