Yecla

Un visita especial a Yecla

Tengo que confesar que mi visión de Yecla no puede ser más subjetiva. Cuando en un lugar te dan un premio, te agasajan, te aplauden, te felicitan y te invitan a cenar, todo te parece estupendo. Llámalo soborno, o cohecho, el caso es que uno no es de piedra.

La semana pasada realicé un viaje relámpago a Yecla para asistir y participar en la presentación de la novela De puertas para adentro. Me hubiera gustado decir que aproveché el viaje para recorrer la zona de cabo a rabo y poder hacer una descripción exhaustiva de la ciudad y el municipio, pero apenas me dio tiempo a vislumbrar algunos de sus aspectos más notables.

La mejor vista de Yecla

Vamos a empezar por los básicos: Yecla es un municipio del norte de Murcia, tan al norte que en cualquier baile de fronteras podrían quedársela Valencia o Castilla-La Mancha para beberse sus vinos. Y es que Yecla conforma, junto con Jumilla, la comarca del altiplano, la zona de mejores vinos de la región. Esto, por sí solo, ya es excusa para visitarla, eso sí que lo he comprobado.

Vista de Yecla desde el CastilloPero hay más: el exótico nombre Yecla proviene de Yakka, el nombre árabe que se le dio a la fortaleza ubicada en su cerro y cuyos restos arqueológicos aún se conservan. Este lugar se conoce hoy como Cerro del Castillo y su mirador, me atrevería a decir, es el principal atractivo turístico de la ciudad.

Al menos esa es la idea que yo tenía y por eso fue el primer lugar al que me dirigí según dejé las cosas en el hotel. Subí por unas empinadas cuestas al calor de las dos de la tarde (bueno, he ido en febrero, tampoco es que el calor me matara, pero es por aportar dramatismo) hasta llegar al Santuario del Castillo y observar desde su mirador las amplias vistas de la ciudad y el altiplano hasta la Sierra de Salinas.

En esta vista “aérea” de Yecla destaca su elemento más  simbólico: la cúpula de la Basílica de la Purísima, también conocida como «Iglesia Nueva», decorada con espirales de teja vidriada azules y blancas que se pueden observar desde muchos puntos de la ciudad, como un faro para ubicar a turistas despistables como yo. La cúpula, por cierto, ejerce como símbolo de la ciudad y es la que se utilizó para ilustrar esta Trilogía de Hécula, del autor yeclano Castillo-Puche.

El casco histórico de Yecla

Texto de Azorín sobre YeclaY es que Yecla es una ciudad muy literaria. No solo por contar con uno de los certámenes de novela corta más prestigiosos y longevos de este país, sino porque sus calles y paisajes fueron inmortalizados en clásicos de la literatura de Azorín, Pío Baroja y el propio Castillo-Puche. Hoy en día, al recorrer las calles de Yecla, te puedes topar en cualquier rincón, como si fuera un asalto literario, con alguna de esas citas.

Otro de los lugares más llamativos de Yecla es el conjunto histórico que forman en la Plaza Mayor, el edificio del Ayuntamiento, el Palacio de Alarcos, la Lonja, la Torre del Reloj y el antiguo Pósito, todo entre barroco y renacentista y muy fotogénico. Creo que le di varias vueltas a la plaza porque todos los ángulos y encuadres me parecían pintorescos.

A pocos metros tras la Plaza Mayor y al pie del cerro, se encuentra la Iglesia Vieja o Iglesia del Salvador (si hay una iglesia nueva tenía que haber una vieja); una especie de fortaleza gótica que ya solo tiene de iglesia su historia, porque se convirtió en edificio civil desde que fue saqueada durante la República y ahora ejerce de museo.

¿Qué más? Callejeando te puedes encontrar con pequeñas joyas como el Teatro Concha Segura, las iglesias de San Francisco, el niño Jesús o los Dolores, los paseos peatonales, las callejuelas de arcos y escalones, las bodegas… Son muchas las cosas que ver y admirar en Yecla. ¿Que si las vi todas? Pues la verdad es que no, pero es que estuve varias horas visitando el Instituto Castillo-Puche que es un monumento en sí mismo, a la cultura y la educación, y al que le debo este viaje. En otra entrada contaré la presentación, que también da de sí.