Castillo de Bratislava

Un par de días en Bratislava

Cuando comentamos que íbamos a pasar un par de días con sus noches en Bratislava, más de uno levantó las cejas, lo que en lenguaje de viajero con experiencia significaba ¿y qué vais a hacer tanto tiempo ahí? Y tenían parte de razón: si te pones, lo principal de Bratislava lo ves en una mañana, pero a veces no es cuestión de optimizar el tiempo sino de disfrutar el lugar (qué bonito, le voy a poner un marco).

Cuando llegamos a la estación de tren de Bratislava y salimos a la calle, podría haber estado perfectamente la KGB esperándonos para meternos en un furgón de lunas tintadas. La propia estación, los puentes de hierro oxidado y las calles de arquitectura comunista, frías, sobrias, feas, se extienden en las afueras de la ciudad dejando claro de qué lado del telón de acero cayó la ciudad.

Puerta de San Miguel, BratislavaSin embargo, en cuanto avanzas un par de kilómetros hacia la Ciudad Vieja (la estación no está a más de 20 minutos a pie), vas descubriendo cómo el escenario va cambiando con edificios de corte señorial, al principio llenos de desconchones y humedades como de imperio en decadencia, pero una vez atraviesas la puerta de San Miguel, la única superviviente de la antigua fortificación, parecía que entrábamos en un set de rodaje de una película de época. Lo difícil es concretar la época, porque las torres medievales se mezclan con los palacetes barrocos, la catedral gótica de San Martín, o las viviendas decimonónicas.

Todo en unos escasos kilómetros cuadrados, porque el centro histórico se compone tan solo de unas cuantas plazas y un pequeño entramado de callejuelas peatonales. No serán más de diez calles, pero tienen tantos recovecos y pasadizos que las puedes recorrer más de una vez sin darte cuenta.

Ayuntamiento de BratislavaPodemos decir que el centro es la Plaza Naméstie, o al menos allí está el ayuntamiento que se puede atravesar por sus antiguos portones tranquilamente, como si estuvieras en el pueblo en lugar de la capital de un Estado Europeo. Y es que Bratislava viene a ser un pueblo que una vez tuvo delirios de grandeza, y por eso los pequeños edificios se mezclan con admirables teatros, y los callejones con avenidas que llevan hasta el Danubio.

Además, la ciudad, el centro al menos, es muy turística y muy juvenil. Al recorrer las calles encontramos distintos grupos de turistas, (tal vez fuera uno solo y lo encontrábamos muchas veces, no lo puedo asegurar), y muchos jóvenes, estudiantes de la prestigiosa universidad, apostados en los bares y restaurantes que adornan las calles con algo de modernidad. A lo que no ha afectado en exceso el turismo es a los precios, porque por pocos euros puedes degustar platos y bebidas locales o internacionales (Yo aún estoy digiriendo unos contundentes gnocchis con queso de oveja y chorizo). Porque eso es lo que se puede hacer cuando pasas más de un día en Bratislava, un tour de reconocimiento de locales con encanto en los que apetece pasar una tarde entera admirando el entorno.

Vistas de Bratislava

Bratislava desde el CastilloPero no, aún se pueden hacer más cosas: Aunque para mí la Ciudad Vieja es lo más atractivo, parece que el monumento estrella de Bratislava es el Castillo Hrad, que se alza sobre una colina cercana, y se le ve desde toda la ciudad como si fuera el castillo de Frankenstein al que se acercan los aldeanos con antorchas. La fortaleza, o más bien su asentamiento, data de la Edad de Piedra, y llegó a ser lugar de coronación de los Habsburgo, pero ha sufrido tantas remodelaciones y cambios, que diría que no merece tanto la pena su interior como las vistas desde sus murallas y puertas hacia el Danubio y los tejados de Bratislava.

Puente sobre el Danubio en BratislavaHablando de vistas, un camarero nos recomendó visitar el monumento Slavin, situado en una colina aún más elevada donde los soviéticos erigieron el monumento a la liberación de la ciudad tras la Segunda Guerra Mundial y desde donde se puede admirar el castillo sobre la ciudad. Otro mirador peculiar es el OVNI (así lo llaman los locales) que se alza sobre uno de los puentes que cruzan el Danubio.

No sabemos que hay más allá de estos límites, salvo el curioso edificio de la radio en forma de pirámide invertida, bien visible desde lejos, pero sabemos que sí que merece la pena disfrutar de Bratislava un par de días.

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