Un año de blog

Para la realización de este blog han sido necesarios 18 viajes a 41 destinos en 13 países. Se han empleado unas 94 horas de redacción y unas 3 horas acumuladas de corrección a cargo de voluntariosos colaboradores. Se han utilizado 111 fotos, con sus correspondientes 101 retoques (por lo menos 10 debieron salir perfectas a la primera). Se han comentado o consumido 10 novelas y 33 canciones relacionadas con los viajes, y alrededor de 254 cervezas y/o bebidas espirituosas, sin necesaria relación. Se han llevado a cabo aproximadamente 141 consultas a la wikipedia, guías de viaje, páginas de turismo y blogs de viajes de gente más seria. Se han incluido al menos 192 datos informativos relevantes, 96 datos de dudosa veracidad, y unos 235 comentarios jocosos sin ninguno tipo de valor para el lector.

En resumen, este blog cumple un año con 48 entradas publicadas, incluyendo ésta, y alguna más que se ha quedado en versión borrador. Quién lo iba a decir. Teniendo en cuenta que según wordpress, la mayoría de los blogs que se crean apenas llegan a unos meses de actividad, no está tan mal.

Hace hoy justo un año, echado frente a una playa en Máncora, Perú, me dio por poner en práctica -es lo que tiene el tiempo libre- esta idea a la que llevaba tiempo dándole vueltas con el fin de cumplir varios objetivos:

  • Contar a amigos, familiares, desconocidos y el mundo en general unas cuantas anécdotas de viajes.
  • Obligarme a practicar el sano arte de escribir. Más o menos coherentemente y sin faltas de ortografía, a ser posible.
  • Aprender cómo funciona un blog, desde el punto de vista técnico y marketiniano.
  • Guardar registro de los viajes realizados como backup de esta memoria tan frágil que me ha tocado en suerte. Me gustaría que llegara un momento en el que hubiera recorrido tantos lugares que tuviera que pararme a pensar «¿Fiji? ¿Yo he estado en Fiji? Voy a consultarlo en el blog».

Hubo un momento -muy fugaz, todo hay que decirlo- en el que me planteé que el blog podría servir de ayuda práctica para otros viajeros que quisieran visitar los mismos destinos. Os hubiérais reído. Enseguida lo descarté porque existen cientos, miles, de blogs más o menos profesionales, que ofrecen información tanto o más completa que las guías turísticas, y uno tiene que reconocer sus propias limitaciones. Así que al final, como escribía en la primera entrada, esto se ha basado en una charla más o menos incongruente de los viajes realizados en los últimos tres años. Escribir sobre viajes más antiguos me parecía ya mucha falta de rigor, pero no descarto alguna excepción.

Además, durante este año viajando y escribiendo he notado ciertas diferencias en mi forma de viajar antes y después del blog, por ejemplo:

  • Antes seguía casi a rajatabala la directriz acuñada por mi madre de «Las fotos con gente, que si no son postales» y sin embargo ahora miro algún paisaje y pienso «¿Quedará bien en el blog?».
  • Creo que presto más atención por lo que veo porque quiero transcribirlo luego. Ahí es nada el sentido de responsabilidad.
  • Aún así, si no escribo mientras estoy en el destino o justo al volver, puedo olvidar perfectamente la mitad de los datos aprendidos, y tengo que recurrir al otro viajero infrecuente para que me haga de apuntador. Lo que tampoco está del todo mal para obligarme a contar solo lo más relevante.
  • Aunque parezca mentira, hay lectores que incluso después de haber leído esta sarta de desvaríos me consulta por los destinos en cuestión, como si fuera capaz de darles algún tipo de información útil, e incluso realizan peticiones al DJ «¿Para cuándo una de Amsterdam? Que voy en unas semanas».
  • El placentero acto de tomar una cerveza puede vestirse de acto artístico y literario si luego lo cuelgas en el blog. Qué chollo.

La entrada más vista, por cierto, es ésta, para dar razón a los manuales de blogueros y quitársela a los periodistas.

En fin, que me voy a escribir la entrada de la próxima semana.

¡Gracias por leer!

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