Atención, por una vez y sin que sirva de precedente, este blog podría tener una función útil y divulgativa. Por eso este título tan soso y práctico, tan de buscador. Y no es que haya preparado este viaje con más esmero que otros, porque en Madeira nos presentamos con lo puesto y sin tener ni idea de nada. Afortunadamente el amable recepcionista del hotel nos solucionó el viaje en cinco minutos, haciendo círculos y rayas en un mapita, para explicarnos la mejor forma de recorrer la isla pasando por los puntos clave. Eso sí, todo explicado en portuñol, que es esa lengua que nos empeñamos en hablar con nuestros vecinos aunque no nos enteremos de nada, por pura negación del inglés. Luego ni sabíamos qué había que ver en cada círculo del mapa, pero no por ello dejamos de cumplir el itinerario.
Eso sí, además de un mapa y buenas intenciones, es muy recomendable un buen GPS, capacidad para distinguir las vías rápidas de las carreteras viejas, y mirar al cielo de vez en cuando para saber por dónde va la niebla. Todo ello, claro, si conseguís salir cada día de Funchal.
1. Madeira Occidental
Recorrer la costa sur de Madeira, desde Funchal hacia el Oeste, permite visitar algunos lugares con encanto como Cámara de Lobos o Punta do Sol, dos pueblitos de pescadores encajonados al fondo de barrancos. Pero el mayor atractivo está en cruzar el Cabo Girão, en una ascensión continua hasta llegar a lo alto de un acantilado prácticamente vertical de 580 metros de altura. Justo en el borde hay un mirador de los de suelo transparente, para que no quede duda de lo que es un acantilado. El que se atreva a asomarse, se asombrará al ver huertas cultivadas al fondo, junto a la orilla, accesibles solo por teleférico, en una prueba más de que el hambre agudiza el ingenio.
Desde Punta do Sol nos dirigimos hacia el interior para cruzar Paúl da Serra, la única zona llana de la isla, a 1500 metros de altitud. Es una vasta extensión donde lo único que sobresalen además de los arbustos de montaña son modernos molinos de viento. Si la niebla os lo permite, tal vez podréis ver algún paisaje más.
Tras pasar este llano y bajar por la cara norte nos adentramos en gargantas llenas de vegetación y carreteras endemoniadas hasta llegar al pequeño Porto Moniz. Un pueblo diminuto que una vez se dedicó a la caza de ballenas y que estuvo aislado por tierra hasta no hace mucho. Desde Porto Moniz se puede continuar por el norte y al pasar Sao Vicente volver directamente a Funchal, a ser posible por los túneles de vía rápida si no queréis hacer noche en mitad de un barranco.
2. Zona Central de Madeira
Es difícil escoger un paisaje en Madeira, pero tal vez las vistas más espectaculares están en lo alto del Pico de Arieiro, el tercero más alto de la isla y el más accesible. Desde allí se ven impresionantes paisajes de montañas y valles a un lado y a otro (en la foto principal), y parten senderos para visitar el Pico Ruivo, el punto más alto.
Bajando hacia la costa hicimos una parada en Ribeiro Frío para hacer una pequeña caminata a través de una de las levadas, senderos creados siguiendo el curso de los antiguos canales de agua que recorren la isla, y que ahora son la pasión de los senderistas. En este caso era un senderismo de nivel fácil -nivel «acercarse a comprar el pan»- hasta los Balcões (entre nosotros, los balcones) un lugar privilegiado en medio de los desfiladeros.
Ya en la costa fuimos hasta Santana para ver unas cabañas típicas construidas con inclinados techos de paja, aunque el mayor atractivo lo encontramos en la vecina Porto de la Cruz, con un par de playas de arena negra muy aptas para el surf -de las pocas que hay en la isla, pues la mayoría son de piedras- varios restaurantes con vistas al mar y los acantilados, y una sugerente destilería de ron donde aprender el proceso, y el sabor, del ron de caña de azúcar.
3. Extremo Oriental de Madeira
Hacia el Este de Funchal, pasando por debajo del aeropuerto de Santa Cruz (sí, por debajo, entre enormes columnas que sostienen la pista de aterrizaje en un alarde de arquitectura temeraria) se encuentra Machico, el lugar donde desembarcaron los portugueses por primera vez y una placa así lo atestigua en un extremo del paseo marítimo. Aunque en su día fue la primera capital y sigue siendo una de las ciudades más pobladas, es apenas un pueblo (con su iglesia, su plaza, su ayuntamiento y su ermita junto al mar) en comparación con Funchal. Siguiendo la costa hacia el Este tras pasar por Caniçal, otro pueblo que fue ballenero hasta la prohibición de la caza, nos vamos adentrando en la península de San Lorenzo, el extremo oriental de Madeira.
Al finalizar la carretera comienza un sendero de 4 kilómetros que nos permitió disfrutar de unos paisajes totalmente diferentes al resto de la isla, mucho más áridos, pero igual de espectaculares por las formaciones rocosas junto al mar. El paseo acaba frente a dos islotes unidos a Madeira y la vista de las tres islas «Desertas» pertenecientes al archipiélago pero deshabitadas, como habréis podido deducir por el nombre. Desde otro mirador en la cara norte se atisba Porto Santo, la otra isla habitada a la que se puede acceder por ferry.
Todo esto se puede ver en tres días perfectamente y dejando las noches para recorrer Funchal. Madeira es una isla pequeña, muy accidentada, sí, pero los portugueses la han agujereado como hormigas en un terrario para poder llegar de una población a otra en cuestión de minutos gracias a la inmensa red de túneles. No os perdáis.