Todo es maravilloso en Chiang Mai

Después de la visita fugaz a Camboya, hemos vuelto a entrar en Tailandia por Chiang Mai, una ciudad de 140.000 habitantes al norte del país que para nuestros parámetros tailandeses (es decir, comparado con Bangkok), es un pueblo. Un pueblo en medio de la jungla, cerca de las montañas, que aún conserva parte de las antiguas murallas que lo protegían y también un carácter más afable. Sinceramente, lo mejor de Chiang Mai es que puedes paserarla tranquilamente sin que nadie te pida ni te ofrezca nada. Después de Bangkok y Siem Reap ya venía con un tic de negación incorporado que me estaba afectando al carácter y a las cervicales.

Chiang Mai
Wat Chedi Luang, Chiang Mai

Chiang Mai tiene, como no, muchos templos con mucha historia que merecen la pena visitar, pero nos hemos limitado a tres destacados:
Wat Phra Singh (en la foto principal) se encuentra en el extremo norte de la ciudad vieja, junto a las murallas y además del más espectacular parece ser el más venerado.
Wat Chedi Luang tiene la particularidad de contar con un Chedi /templo que se adivina que fue monumental hasta que se desmoronó por un terremoto. Ahora se conservan las ruinas que acogen una copia del Buda Esmeralda creando una imagen curiosa.
Wat Chiang Mai es el templo más antiguo de la ciudad y su mayor reclamo consiste en dos pequeñas imágenes de Buda muy veneradas, una de madera y otra de cristal que se les calcula 2000 y 1800 años de antigüedad respectivamente.

No sé si sería, la claridad del cielo, el juego de luces sobre los templos, o las cervezas que habíamos tomado para combatir el calor, pero aún estando hartos ya de ver tanto templo, en Chiang Mai todos nos parecían maravillosos.

Sin embargo, lo que más nos gustó de la ciudad fue el mercado callejero que el domingo, desde la tarde hasta la noche, ocupaba la avenida principal y sus adyacentes, cortadas al tráfico para la ocasión. Para nuestra sorpresa no se trataba de una sucesión de falsificaciones, sino una gran variedad de trabajos artísticos en madera, piedra, telas, cuadros… tanto tradicionales como modernos. Yo que no soy nada aficionado a las compras tenía ganas de llevarme de todo; quien tenga querencia al shopping y los souvenirs, que venga con mochila de sobra. Los puestos estaban intercalados con comidas de aspecto y olor delicioso y nada sospechoso, que ya es decir, y por músicos locales que amenizaban el paseo.

Elefantes en Chiang Mai
Elefantes en Chiang Mai

Por lo demás, en Chian Mai hay elefantes. Muchos. Por la cantidad de reservas, campamentos y refugios que hay en las afueras, da la impresión de que la ciudad está sitiada por elefantes que cualquier día entrarán por las calles y se harán con el poder. Ir a ver a los elefantes es una actividad casi obligada, además de cualquier otro deporte o senderismo que se quiera practicar en la selva. De entre toda la oferta elefántica, están los shows en los que los elefantes pintan, juegan al fútbol, tiran dardos y bailan, y los que se presentan como santuarios protectores de los animales que ofrecen al turista bañar y alimentar a los paquidermos. En fin, la fiesta del elefante. Nosotros, por supuesto, picamos. Y no nos arrepentimos, que tienen cara de simpáticos, como nosotros.

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