No se llamaba Rosa, pero le pusieron el sobrenombre por su belleza. Supongo que Joaquín Sabina también buscaba el mismo significado al escribir su canción.
Santa Rosa de Lima, patrona de Perú y de las Americas, fue la primera santa del Nuevo Mundo, una mística que se autoflagelaba cuando no atendía a los enfermos y a la que el pueblo atribuyó el milagro de la salvación de la ciudad de Lima ante el ataque de corsarios holandeses. Esto ocurrió allá por el siglo XVI y hoy sus reliquias se encuentran en la Iglesia y Convento de Santo Domingo en el centro de Lima. En la capilla hay también varias esculturas y pinturas como la de la foto, en la que se la representada con la corona de rosas que ella misma se colocaba para imitar la corona de espinas.
Sabina utilizó este nombre o juego de palabras, para dedicar una canción a su última y más duradera novia, la fotógrafa peruana Jimena Coronado, a la que conoció en un hotel de Perú cuando el periódico El Comercio la envió a hacerle unas fotos durante la promoción de uno de sus discos.
La canción que interpretó en la gira “Nos sobra los motivos” hace también referencia a otros iconos peruanos como la cantante Chabuca Granda, -un potpurrí de Chabuca con JJ Cale-, o al escritor Alfredo Bryce Echenique -Maldito crucigrama, maldito Bryce-, o incluso a la mitología inca/andina cuando menciona a la divinidad, o más bien demonio “desde que nadie me llama Supay, Supay”.
Por si queréis escuchar el directo de la gira, he encontrado este vídeo: