Los sufridos viajes de negocios

Parece ser que los profesionales millenials y los nuevos entrepeneurs, quienquiera que sean cada uno, son partidarios de viajar más por negocios, porque opinan mayoritariamente que los medios tecnológicos nunca reemplazarán a los encuentros cara a cara. Fíjate, tan modernos ellos y nos han salido sentimentales.

Sin embargo, un estudio de Harvard afirma que viajar frecuentemente por trabajo puede producir estrés, trastornos del sueño, problemas gastrointestinales, predisposición a problemas cardiovasculares y hasta envejecimiento prematuro. Estamos a nada de que la OMS declare que viajar por negocios es cancerígeno.

Yo, que hasta no hace mucho he tenido que viajar (in)frecuentemente por trabajo, reconozco que en un primer momento hasta hace ilusión: salir de la oficina, conocer gente nueva, dormir en hoteles caros… Pero al cabo del tiempo, se hace tan pesado como todo lo que tiene la palabra «trabajo» asociada.

Hay varios blogs y revistas que dan consejos sobre cómo sobrevivir a los viajes de trabajo regulares, pero como todos se basan en el sentido común, me permito el lujo de resumir las principales recomendaciones básicas:

La comida

viaje-de-negociosA no ser que tengas almuerzos o cenas de negocios, es muy probable que tiendas a engañar el hambre con lo más fácil y rápido que encuentres. Yo he llegado a alimentarme durante cuatro días exclusivamente con bocadillos del Pret a Manger como única fuente de sustento (los de ensalada césar y bacon, por si vais a Londres y me traéis uno). Para estar seguro de si estás siguiendo una dieta correcta, sigue valiendo el truco de imaginar el nivel de consternación que reflejaría la cara de tu madre si te viera comiendo «eso». Como solución práctica, aprovecha el bufé del hotel y come como si nunca antes hubieras visto salchichas para desayunar.

Los horarios

Para evitar tanto el cansancio como el estrés, es más que recomendable consultar lo que tardan los traslados desde el aeropuerto o estación hasta el lugar de reunión. No serías el primer ejecutivo que corre por los pasillos para llegar a la reunión de su vida descamisado y sudoroso. También es más que recomendable acordarse de eso que llaman husos horarios, tampoco serías el primero en equivocarte, pero es más ridículo.

Por otra parte, en los viajes de negocios se suele trabajar muchas más horas, básicamente porque no hay otra cosa que hacer. Oblígate a parar y a dar una vuelta por la ciudad en cuestión, aunque hayas estado mil veces, o corres el riesgo de que tu subconsciente la acabe considerando una extensión de la oficina. Yo llegué a tener tirria a Barcelona y Londres.

Y por último, independientemente de lo importante que sea la reunión y sus participantes, adviérteles de que te tienes que ir una hora antes de la que en realidad te tienes que ir. A esos afables compañeros o futuros socios les dará igual que pierdas el avión o el AVE, pero tú volverás a correr descamisado por los pasillos.

El sueño

Esto ya es quejarse de vicio. Almohadas esponjosas, colchones mullidos, silencio absoluto, televisión frente a la cama con programación extraña. Todo invita al sueño. Yo cuando duermo en mi casa extraño las camas de los hoteles. Y por si fuera poco, no tienes que levantarte pronto si has sido lo suficientemente inteligente como para reservar el hotel al lado del lugar de reunión. Eso, sí, escoge bien los itinerarios, y el día del viaje no tomes café en el desayuno, aún estás a tiempo de echar una cabezada en el tren o el avión. Luego lo agradecerás.

Y eso es básicamente lo que recomiendan los expertos, como si vosotros no lo hubierais pensado ya. Para eso están los blogs.

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