Fotos de viaje

Las fotos de viajes

¿Cuánto hace que no veis vuestras fotos de viajes? Es más ¿cuántas de vuestras fotos habéis vuelto a ver después del viaje? Tal vez la fotografía digital se nos ha ido de las manos, estamos fotografiando por encima de nuestras posibilidades, por encima de lo que somos capaces de procesar. Nuestros móviles y carpetas de imágenes son ya tan inabarcables que no apreciamos lo que fotografiamos.

Fotos de viajes en carreteNo hace tanto tiempo que fuimos analógicos y hacíamos las fotos de viaje con cuidada selección, sabiendo que las opciones eran limitadas y que cada disparo costaba dinero. Nuestros viajes podían resumirse perfectamente en 24 fotos. Como mucho 48. Cuando alguien volvía de viaje diciendo que había gastado tres carretes de fotos era algo abrumador, sinónimo de viaje de larga duración con muchísimas paradas ¡tres carretes, nada menos! Lo sé, contar esto ahora, en la época de la opción de ráfaga de los smartphones, suena a daguerrotipo.

A no ser que neguéis la edad que realmente tenéis, muchos recordaréis ese momento de recoger las fotos reveladas en la tienda, como quien espera los resultados de una oposición ¿habré salido bien? ¿en cuántas tendré los ojos cerrados? Luego llegaba la minuciosa tarea de colocarlas en un álbum, algunos, de naturaleza ordenada, incluían etiquetas con la fecha y el lugar (reconozco que yo tengo unas cientos de fotos guardadas en sus paquetes originales, dejándose amarillear por el tiempo mientras aún esperan a que las ordene).

Y nos volvimos digitales

Cámara digitalEl día que tuvimos la primera cámara digital en nuestras manos, aún apretábamos el disparador con prudencia, hasta que perdimos el miedo y nos dedicamos a inmortalizar todo lo que encontrábamos a nuestro paso «mira, un árbol», clic, «mira esa nube», clic. Nuestro límite lo marcaba la memoria de la cámara, la calidad de nuestras vacaciones empezó a medirse en píxeles, y se popularizó la frase que nos acompaña hasta nuestros días en cualquier retrato de grupo: «haz otra».

Luego el smartphone mató a la estrella de la cámara. Cuando mi última cámara digital dejó de funcionar, ya ni me planteé comprar otra, el móvil es todo lo que necesito. La cuestión es que mientras la cámara solo la llevaba de viaje, el móvil va conmigo a todas partes, por eso la galería de imágenes de cualquier smartphone es un batiburrillo que mezcla las fotos de la torre eiffel, tus pies en la playa, la paella del finde pasado, el selfie que te hiciste en un bar, las zapatillas que vas a vender en wallapop, el negro del whatsapp, y la foto que le hiciste al coche para acordarte de dónde habías aparcado. Difícil apreciar las fotos de viaje.

Ya en el summum de la evolución, la galería de mi móvil está sincronizada con mi dropbox, de manera que ni siquiera tengo que molestarme en pasar las imágenes de un lado a otro, porque ya se mueven ellas solas. En breve desarrollarán una aplicación que nos diga que las fotos son muy bonitas y que salimos muy bien sin necesidad de que tengamos que verlas nosotros mismos.

El triste destino de las fotos de viajes

Fotos de viajesEl resultado es un volumen de miles de fotos que nunca más volveremos a ver. Con un poco de suerte haremos una selección para poner en las redes sociales justo al volver de vacaciones, si es que no lo hemos hecho en directo, mientras el resto quedarán ahí, tristes y desconsoladas, reducidas a un puñado de megas de espacio virtual, esperando que alguien haga clic sobre ellas para lucir en todo su esplendor aquel momento de nuestro viaje que entonces nos pareció digno de inmortalizar.

Pero imaginaos que un buen día os armáis de voluntad y os da por ordenar, por fin, todas esas fotos. Podemos esperar algo de nostalgia por lo vivido en aquellos viajes, ganas de volver a según qué lugares, cierta confusión sobre qué iglesia es esta o dónde estaba este monumento… ¿Y si descubres algo más? Un buen repaso a tus fotos también te puede deparar sorpresas. A lo mejor retrataste a un famoso que entonces no lo era, a lo mejor tienes en tus archivos la prueba de un delito sin saberlo, o simplemente te puedes dar cuenta de que aquel tipo de camisetas te quedaba muy bien.

El paso a la ficción

El primer capítulo/relato del libro de Viajeros Infrecuentes (momento de autopromoción) se titula precisamente Fotos de viaje, y se inicia cuando el protagonista, que por supuesto no se parece en nada a mí, decide ordenar sus fotos de viajes y descubre que una desconocida aparece en varias de ellas en muy distintos lugares:

Libro Viajeros InfrecuentesLa imagen mostraba un paisaje idílico de cielos claros, vegetación exuberante y una playa paradisíaca. Yo aparecía en el centro de la imagen y tras de mí algunas otras personas se distribuían por la terraza o por la playa. Lo que me llamó la atención fue que unas mesas más allá, una mujer miraba fijamente a la cámara. Era una mujer mayor, de pelo blanco, y destacaba porque su vestido negro contrastaba con la colorida vestimenta vacacional de pareos y bañadores del resto de personajes de la foto. Tenía, además, el gesto serio, las mandíbulas apretadas, que daban a su mirada una fiereza inesperada.

Ya sabéis, dadle una oportunidad a vuestras viejas fotos, que no sabéis lo que podéis encontrar.

 

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