Esta es la noticia: A partir de mañana se aplicará una subvención en los vuelos entre la España peninsular y Canarias, Baleares o Melilla, de un 75% del coste del billete (esperad, no saltéis aún de la emoción) para los residentes en los territorios extra-peninsulares (qué chasco ¿eh?).
Con la medida se prevé un incremento de los vuelos, mayor prosperidad para las empresas, trabajadores y emprendedores de estas zonas y, quién sabe, un aumento del censo. Sin embargo, existe un movimiento que pide más: medidas para los nacidos pero no residentes. Hay que ver, qué descaro.
El porqué de la subvención en los vuelos
Así son las cosas: uno de los principales propósitos de casi cualquier gobierno, y de los gobiernos españoles en particular, es el de facilitar el movimiento dentro de su territorio y construir las infraestructuras necesarias para hacerlo. Vamos a suponer que no lo hacen por la comisión correspondiente, sino por los beneficios económicos que supone la circulación de productos, trabajadores y turistas.
Es por esto que hace tiempo que la red de carreteras llega a los rincones más recónditos del país o que a estas alturas prácticamente toda España está ocupada por el AVE ¿Toda? ¡No! Extremadura ejerce de aldea gala inexpugnable a la alta velocidad y por eso si eres extremeño tienes que viajar sobre las vías-museo del siglo XIX. Algo parecido ocurre con Murcia, en espera del soterramiento, o Galicia, que sigue situándose más allá del muro. Es lógico y razonable que los habitantes de estas regiones exijan unos medios de transportes apropiados para el siglo XXI y las inversiones correspondientes.
¿Y qué pasa con los territorios a dónde no pueden llegar trenes ni autopistas por motivos puramente geográficos? Aunque también nos gustaría culpar de esto a los políticos, no parece que vaya a colar, no hemos mandado a nuestros diputados a luchar contra los elementos. A lugares como Baleares, Canarias, Ceuta y Melilla solo se puede llegar por aire o mar (diréis que sobra recordarlo, pero yo que sé, la educación está peor que el transporte).
¿Qué hacer entonces para facilitar la comunicación? Pues cuando no se puede invertir en vías férreas porque no hay, se invierte en subvenciones para los vuelos y los ferris… Algunos habréis notado que he empezado hablando de trenes en otras regiones para que nadie piense que la subvención en los vuelos es un agravio comparativo frente a otras comunidades.
Esa subvención en los vuelos y transporte marítimo que hasta ahora era del 50%, pasará a partir de mañana a ser del 75%, una noticia estupenda para los residentes en estas regiones y que, todo hay que decirlo, no se debe a la magnanimidad de ningún gobierno, sino a la pura estrategia política: se necesitaba el único voto de Nueva Canarias para poder aprobar los Presupuestos Generales del Estado en el Congreso y esta es una de las contrapartidas.
A la celebración se han unido unos cuantos: el Gobierno de Canarias, que pertenece a otro partido, se ha apuntado el tanto; la Comunidad de Baleares vino a decir, con muy buen criterio, que «todo lo que pida mi amiga, me lo pido yo también»; y Ceuta y Melilla, que pasaban por allí, se encontraron con el regalo ¿Que vosotras también tenéis puerto y aeropuerto? Pues toma. Y acto seguido abrieron el champán.
Pero como todo en esta vida tiene letra pequeña, hay que aclarar tres puntos sobre esta medida:
– Tanto antes como ahora, la subvención solo se aplica al precio del billete sin contar las tasas que, como sabéis, en ocasiones son más caras que el propio billete. Solo que ahora el ministerio se reserva a reducir la parte bonificable.
– Los precios de los billetes no están regulados, por lo que las líneas aéreas podrían perfectamente subir sus precios aprovechando la coyuntura y quedarse con la subvención y el incremento.
– Insisto: la subvención aplica únicamente a los residentes, es decir, a los ciudadanos empadronados en los territorios extra-peninsulares.
Y estos dos últimos puntos son importantes para lo siguiente que vamos a tratar:
Canarios sin alas, o cómo volver a casa por Navidad
Volvamos a los políticos, que dan mucho de sí: Recordaréis que cierta Ministra de Empleo intentó convencernos de que la emigración de los españoles por motivos laborales y económicos era en realidad una experiencia enriquecedora como la de irse de campamento y a la que teníamos que llamar movilidad exterior. De eso se ha hablado mucho, pero no tanto de la movilidad interior, la que hace despoblarse Castilla y León o la que llena de Madrid de habitantes de otras provincias en busca de oportunidades.
Es la misma razón que obliga a emigrar a los desempleados de las zonas extra-peninsulares (todas con un índice de paro por encima de la media, y en el caso de las ciudades autónomas, los más altos de España), pero también a los profesionales especializados en sectores con poco futuro en estas regiones, o a los estudiantes que se desplazan para estudiar carreras que no existen en estos territorios.
Si todas estas personas «movilizadas» cumplen con la norma de empadronarse en su nuevo lugar de residencia (entre otras cosas para obtener la tarjeta de sanidad de la comunidad en cuestión) pierden el derecho a la subvención. ¿Y qué? Os preguntaréis. Pues que si bien el emigrado de Castilla y León tiene diversas y económicas opciones para volver a su lugar de origen cada vez que se le antoje, incluso si se va a Canarias y se empadrona allí. El emigrado de Canarias o Baleares solo puede aspirar a permitirse un billete de avión a precio de turista.
Un ejemplo: una pareja de emigrados Canarios que quiera volver con sus hijos a casa por Navidad puede gastar, comprando con antelación, entre 1.000 y 1.500 euros en biletes de avión. En otras palabras, si el anuncio de El Almendro se hubiera rodado en Canarias habría sido el de 1880, el más caro del mundo.
Otro ejemplo: un vuelo de última hora a Canarias por enfermedad o fallecimiento de un familiar puede ascender a 340€, la opción más barata (comprobado ayer mismo en skyscanner). Prohibitivo, por no hablar de faltar a las bodas de amigos y familiares, que los abuelos no conozcan a sus nietos en tres dimensiones, o la simple imposibilidad de pasar las vacaciones en tu pueblo, que para eso están los pueblos.
Pues por este motivo, para evitar un desarraigo forzado, un grupo de «expatriados» ha creado una plataforma reivindicativa llamada Canarios sin alas a la que se han sumado ciudadanos de Baleares (lo que pida mi amiga) y Ceuta y Melilla (pasaba por allí), para reivindicar que los nacidos en regiones no peninsulares y residentes en la península puedan volver a casa por Navidad sin necesidad de asaltar un banco. Pero ojo, antes de que os llevéis las manos a la cabeza, no piden ninguna subvención extra, solo piden algo tan «sencillo» como regular de alguna forma el precio de los billetes de avión como el servicio público que es.
Porque, por si no lo sabéis, los precios de trenes y autobuses, igual que los de los taxis, están regulados como servicio público, y sujetos a un control porque se entiende que el precio del transporte dentro del territorio nacional no puede depender solamente de la oferta y la demanda. Sin embargo, resulta que en el caso de Baleares y Canarias, precisamente las comunidades más vulnerables a la demanda turística, nadie regula el transporte, sino que depende de las aerolíneas.
Visto así, no parece una petición tan descabellada ¿no creéis? Tal vez difícil de resolver, pero hay que empezar por pedirlo.