La impresión de visitar la Alhambra

alhambra-puerta-justicia-blog-viajeros-infrecuentesImaginaos la escena: Granada, 1492, Isabel y Fernando llevan meses acampados en la vega que más tarde será la ciudad cristiana, cansados, cubiertos del polvo del camino, y acuciando el frío que baja de Sierra Nevada, que no es el de Segovia, pero también refresca. Hasta que Boabdil el Chico se rinde y aparece por la majestuosa Puerta de la Justicia y les entrega las llaves de la ciudad. La pareja, entre ilusionados por su nueva casa y asustados por las hipotecas, entran Alhambra adentro, esperando encontrar un piso patera lleno de moriscos, y se encuentran con la finca más maravillosa que han visto nunca.

alhambra-patio-arrayanes-blog-viajeros-infrecuentesAcostumbrados a la sobriedad de piedra gris y monótona de la ancha Castilla y el profundo Aragón, aquello parecía Marina D’or. Un vergel de plantas exóticas en jardines interminables con fuentes y estanques a ras de suelo. Unos palacetes delicados llenos de columnas y preciosas yeserías que los artesanos castellanos aún no habían averiguado cómo replicar. Muebles labrados con imposible detalle, salones alicatados hasta el techo, y unas vistas, qué vistas, la colina de casas blancas a un lado, las montañas nevadas al otro. Y pensar que cuando se asomaban al Alcázar de Segovia solo veían una llanura infinita de pastos. «¿Y si nos empadronamos aquí?» Preguntaría Fernando. «No lo tengo claro», diría ella, tan difícil siempre, mientras empezaba a idear qué colocar en cada salón. A su nieto, Carlos V le pasó igual, llegó y quiso quedarse, y para ello mandó construir un palacio renacentista en el centro de la fortaleza, aunque nunca llegó a ocuparlo.

 

alhambra-palacios-nazaries-blog-viajeros-infrecuentesDesde entonces somos muchos los que vamos de visita, unos 2,5 millones de personas al año, para intentar adivinar la experiencia de vivir como un sultán. Pero lejos de saborear el lujo acabamos con dolor de pies y cuello de tanto caminar en el suelo empedrado y admirar los techos y ventanas engalanados. Al menos 4 horas se necesitan para ver la Alhambra bien vista. Empezando por las torres, murallas y vistas de la Alcazaba, siguiendo por el contraste de los palacios Nazaríes y el de Carlos V y acabando en el Generalife.

El Generalife, por cierto, se considera una edificación aparte, porque venía siendo la casa de campo del sultán, que cuando se cansaba de la Alhambra o de su corte, cogía el caballo y se plantaba en aquel rinconcito de bosque y jardines desde donde poder contemplar su palacio y su reino. Habíamos comentado que las mejores vistas de la Alhambra se encontraban en el mirador de San Nicolás, pero la perspectiva desde el Generalife tampoco tiene nada que envidiarle.

Algunas recomendaciones para visitar la Alhambra:

Es imprescindible comprar la entrada con unas semanas de antelación, según la temporada, y además escoger el turno de visita y la hora de entrada a los Palacios Nazaríes. Todo muy organizado para que los miles de personas que la visitan cada día no se amontonen. Si consigues que la hora de visita te coincida con el atardecer, te llevas un punto en planificación viajera, pero te arriesgas a que te cierren antes de verlo todo.

Al entrar en Internet hay una abrumadora cantidad de páginas de venta de entradas a precios estratosféricos, porque incluyen guías, visitas especiales, entradas combinadas con otros monumentos, e incluso shows de flamenco que poco tienen que ver con la Alhambra.. No os volváis locos, buscad la página del Patronato o directamente este enlace y comprad la entrada general por 15 euros.

alhambra-palacios-nazaries-carlosv-blog-viajeros-infrecuentesExiste un nuevo sistema de audioguía que por el módico precio de 6€ te ofrece una minitablet con mapas, itinerarios, audio e imágenes. La mejor manera de verlo todo a tu ritmo y según lo que más te interese. Las podéis encontrar en la entrada o frente al Palacio de Carlos V.

Evita a los grupos guiados, si su itinerario coincide con el tuyo no te libraras de un molesto eco durante 4 horas, y si además son japoneses, aparecerás en más fotos que en el día de tu boda.

Si has recorrido y visto todo lo que tienes que ver y recorrer, acabarás agotado. Puedes bajar a la ciudad en un minibus que te deja casi en la puerta de los bares para degustar una merecida cerveza Alhambra y recuperar el aliento.

 

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