Hasta feo estaría que la segunda ciudad de Alemania no estuviera llena de lugares donde tomar una buena caña o pinta o como se llame en alemán. Lo difícil es hacerlo al aire libre en pleno noviembre, pero no serían una potencia económica si no hubieran aprendido ya a poner estufas en las terrazas con vistas a los canales.
No es lo único, además han convertido la Navidad en todo un acontecimiento en torno al que gira la ciudad desde mediados de noviembre. Sus mercadillos navideños no son como los de aquí, sino toda una infraestructura inmobiliaria de casetas de madera que podrían acoger a la mitad de la población en caso de que se queden atrapados por la nieve. No pasarían hambre, porque además de los típicos regalos artesanos, ofrecen todo tipo de comidas, locales o importadas, y el tradicional y omnipresente Glühwein -el vino caliente con especias que alegra las frías tardes alemanas- y, por supuesto, cervezas locales como la Holsten.
Ya comenté que los domingos se congrega un enorme mercado junto al viejo edificio del Fischmarkt, pero es que en su interior lo que antes fue una lonja se convierte en un enorme salón de mesas corridas donde tomar un café, un chocolate caliente o una cerveza, que para eso también madrugan los hamburgueses y a las 10 de la mañana ya están empinando el codo. En este espacio, además, organizan conciertos de música para amenizar la mañana, y creemos que también nos dieron un sermón eclesiástico aprovechando la congregación, pero como no nos enteramos de nada, como si oyéramos llover.
¿Y con qué se puede maridar una buena cerveza de Hamburgo? Si digo que con una hamburguesa pensaréis que es un chiste fácil, pero no. Para los que aún vivís atenazados por esta duda que siempre os ha rondado la cabeza y nunca habéis llegado a resolver, os lo confirmo: sí, las hamburguesas vienen de Hamburgo. Más o menos. Resulta que en Hamburgo se comían las típicas fricadelas nórdicas, hechas de carne picada, y cuando los emigrantes alemanes llegaron a Estados Unidos se llevaron la receta con ellos. Aunque el plato fue variando en su composición hasta lo que conocemos hoy, se siguió llamando «carne al estilo de los hamburgueses», y de ahí a «hamburguesa» solo había un poco de economía del lenguaje.
Y eso es todo de momento. Como brindarían los alemanes: Prost!