Peñón de Gibraltar

La cuestión de Gibraltar

Todo hacía prever que, a estas alturas, Gibraltar ya no formaría parte de la Unión Europea. No ha sido así, porque en esto del Brexit ya todo es difícil de prever, pero hace unas semanas, temiendo lo peor, aprovechamos nuestra ruta por Cádiz para echarle un vistazo a esa rareza geográfica y geopolítica que es el Peñón de Gibraltar, antes de que lo cierren, o se lo lleven, o qué se yo.

La cuestión de Gibraltar

Vamos a empezar a poner un poco de contexto histórico y geográfico para el que no lo conozca: Gibraltar no es solo un problema, ni solo una roca, además es una pequeña y estrecha península situada en la bahía de Algeciras, que estaba unida al resto de la península ibérica por una estrecha playa (sigue estando unida, no os asustéis, pero volveremos a esa playa).

Gibraltar en Google MapsSu posición en el estrecho que lleva su nombre, cerrando el Mediterráneo por el lado occidental, era una joya militar muy apetecible, por eso los británicos aprovecharon la coyuntura de la Guerra de Sucesión española y su apoyo al pretendiente austriaco, para ocuparla en 1704. No lo hicieron solos, les ayudaron barcos holandeses y un desembarco de 350 catalanes en lo que hoy se llama Catalan Bay.

Las tropas francesas y castellanas, partidarias del pretendiente Borbón, intentaron recuperar la posición, pero no hubo manera. Por eso, a pesar de ganar la guerra, en el tratado de paz de Utrech de 1713, el nuevo rey español cedió Gibraltar al Reino Unido a perpetuidad. Muy claro lo decía: «a perpetuidad», que viene a significar eternamente, o mientras haya peñón. Desde entonces, España ha intentado recuperar la posición por la fuerza o por la diplomacia, a lo que los británicos siempre han contestado «Santa Rita, Rita, Rita«. Oye, no haberlo firmado.

La frontera de Gibraltar

Es cierto que el Tratado de Utrecht hablaba del peñón, pero no del itsmo, esa estrecha playa que unía la península de Gibraltar al resto de la península Ibérica, y que los británicos ocuparon al descuido. Y tampoco se mencionaba la soberanía sobre las aguas que rodean el peñón. Ahí está el verdadero problema que hace el tema recurrente.

Por eso, hoy en día, la antesala de Gibraltar ya no es esa playa con dos orillas, sino un tinglado de frontera.

Frontera de GibraltarLo primero que encontramos, en el lado de la Línea de la Concepción, es un gran aparcamiento disuasorio para facilitar que se entre a pie, sin colapsar el tráfico del espacio reducido, y de paso disuadir también el contrabando con el puerto franco.

A continuación, hay un puesto de aduanas, con su lado español y su lado británico, donde sin necesidad de Brexit, te piden la documentación para poder pasar, porque, recordemos, Reino Unido no pertenece al espacio Schengen y por tanto Gibraltar tampoco.

Tras esa frontera, que durante años se llamó simplemente «la verja», porque es lo que había, encontramos una de las cosas más curiosas de Gibraltar: una pista de aeropuerto atravesada de forma perpendicular sobre la estrecha carretera que da acceso a la península. Aquí, cuando se baja el paso a nivel no es que vaya a cruzar un ferrocarril sino un avión de la British o EasyJet.

Los monos que observan Gibraltar

Al otro lado de la frontera también hay un parking, pero lleno de autobuses, turísticos y de línea. Entre ellos, uno que te deja en la estación del teleférico, la mejor manera de subir al peñón.

La línea del teleférico te lleva a uno de los puntos más altos de la roca, en una estrecha y afilada cresta donde apenas hay hueco para una carretera. La cima a menudo está cubierta por una nube densa (es lo que tiene entorpecer el viento de levante), pero si hay suerte se ven unas vistas estupendas de la península de Gibraltar, la enorme bahía de Algeciras, la punta de Tarifa y, si hay más suerte aún, Ceuta y la costa africana.

Monos en GibraltarDescendiendo a pie por la carretera del peñón también encontramos miradores hacia el lado oriental, con un skywalk de esos que ponen para que los turistas desafíen sus vértigos. En este lado las paredes del peñón son lisas y casi rectas y descienden vertiginosamente hasta la playa de Catalan Bay.

Los que se pasan el día viendo el paisaje y dejándose ver son los famosos monos de Gibraltar, que en realidad se llaman macacos de berbería y que llegaron en algún momento desde las montañas del Atlas africano. Hoy en día hay unos 300 ejemplares, contando los que introdujo Churchill en su día para combatir la leyenda que dice que cuando desaparezcan los monos de Gibraltar, desaparecerán también los británicos. Hay que descontar a los más violentos que se llevaron a Escocia, castigados al frío, como en un gulag para monos.

Los agujeros del peñón

Ahí donde lo veis, tan imponente y robusto, el peñón de Gibraltar está agujerado como un terrario de hormigas, con más de 150 cuevas y túneles.

Cueva Saint Michael, GibraltarLa más impresionante es la Cueva de Saint Michael, que tiene en su entrada una cavidad de tamaño de anfiteatro, y está decorada con estalactitas y estalagmitas como columnas de catedral. La cueva fue utilizada como fortaleza y como hospital militar, y ahora es una sala de conciertos de 600 personas de capacidad, envuelta en una horterada de música y luces como cualquier bar inglés de la costa del sol.

Pero es que además, la Cueva de Saint Michael tiene una red de cavidades que durante muchos siglos se creyó que no tenían fondo, o que, agárrate, era un túnel larguísimo por donde habían llegado los monos desde África.

Además de las cuevas, también hay túneles artificiales creados por los gibraltareños para defender la roca. Son los llamados túneles del Gran Asedio, que se construyeron en el siglo XVIII para evitar el ataque de los españoles por la zona escarpada del peñón; y los túneles de la Guerra Mundial creados por la armada británica como una red que servía al mismo tiempo de posición de ataque y defensa de la tropas.

 La ciudad de Gibraltar

Aunque el mayor atractivo turístico está en la roca, como decíamos al principio, no todo en Gibraltar es peñón. A sus pies hay una ciudad de 30.000 habitantes con playas, hoteles, museos, entretenimiento, tiendas, memoriales de guerra, restos de fortificaciones, bases navales, y un montón de oficinas que sirven de sede en paraíso fiscal a oscuras empresas blanqueadoras de dinero.

Olvidaos del itsmo, la frontera y el mar, este es el gran problema de Gibraltar. Aunque la verdadera cuestión de Gibraltar es si al escribir sobre ella en un blog debo inscribirla en la categoría de destino «España» o «Reino Unido».