En la pared de mi habitación hay un mapamundi. No es que sea enorme, tiene unas medidas razonables para la caja de zapatos en la que vivo, pero cuando te pones a observarlo, una vez que localizas esa miniatura que parece la Península Ibérica, el mapa parece inmenso.
Mapas los hay de todos los tipos, y por lo visto ninguno es bueno, ya lo contaban aquí el otro día. El mío en concreto tiene la particularidad de cumplir tres funciones constructivas y producir un efecto un tanto desasosegante. A saber:
– Función educativa: Es cierto que la EGB nos dio un cierto nivel de conocimientos geográficos que, tal y como pintan las cosas, ya no se volverá a repetir en este país, pero reconocedlo, el paso del tiempo ha hecho estragos en nuestra memoria. En nuestra memoria y en Europa del Este, en Oriente Medio, en África… Ya nada es lo que era. Cuando en los informativos dicen que Kyrgyzstán se siente amenazado por su vecino Tajikistán a ver quién es el listo que los coloca mentalmente en un mapa. «Por ahí debajo de Rusia», estaréis pensando.
– Función distractora: Es fácil perderse en el mapa. Estás haciendo cualquier cosa y de repente te topas con él y descubres algún lugar remoto, como esa isla en medio del Atlántico, Tristán da Cunha, que resulta ser el punto más alejado de cualquier otro lugar habitado en la Tierra. O esas esquinas del norte de Rusia en las que jurarías que no puede vivir nadie si no fuera porque ves un puntito negro que según la leyenda (del mapa, no la urbana) significa «poblaciones de más de 50.000 habitantes». Y puedes entender que haya alguna que otra persona desequilibrada en este mundo, ¿pero quién ha engañado a 50.000 personas para irse a vivir al norte de Siberia?
– Función Inspiradora: Si nos guiáramos por las ofertas destacadas en los buscadores de internet nos pasaríamos la vida en Punta Cana. Tampoco es que me parezca un mal plan, pero para encontrar más alternativas de posibles viajes a veces es mejor plantarse delante del mapa y pasear la vista hasta encontrar ese lugar «al que siempre quisiste ir» y hasta ahora no lo sabías.
El problema es que de ahí deriva el efecto desasosegante: Todos esos colores estridentes de los mapas están diseñados para señalarte la cantidad de países en los que aún no has estado. Igual que todos esos nombres que suenan exóticos, misteriosos, o que simplemente no suenan, porque nunca nadie ha sabido pronunciarlos ¿Alguien ha sabido pronunciar Kyrgyzstán?
Luego pienso «bueno, parte de esto está hecho, ya he estado en muchos sitios» y consulto el mapa de TripAdvisor a ver si lo tengo bien actualizado y descubro que por más chinchetas que pongo sigue pareciendo vacío, y por si tú no te das cuenta, ellos mismo te recuerdan que el porcentaje del mundo que conoces es mínimo.

Tal vez sería mejor no ver nada, creer que solo existe el mundo que conoces, como en la Edad Media o como en Estados Unidos. Para eso también hay algo inventado, son esos mapas que vas ‘destapando’ a medida que vas viajando y descubriendo el mundo cual Fernando de Magallanes.
Oliver, el otro viajero infrecuente que colabora (de momento en la sombra) en este blog, me regaló uno de esos mapas para señalar los destinos de todos los viajes que ya hemos hecho juntos e identificar los próximos. Hasta hemos dejado testimonio gráfico de ello:
¿Y por qué cuento todo esto? Porque aquí estamos, a un mes de irnos de vacaciones, plantados delante del mapamundi decidiendo a dónde ir.
Suele decirse de alguien que viaja mucho “Ese se ha recorrido medio mundo”. Según TripAdvisor solo llevan el 19%, aún les falta mucho para medio mundo. Que parezca grande o pequeño depende de quién lo mire, para una vecina de mi pueblo cuando por primera vez fue a la otra punta de la isla dijo “Que grande es el mundo” para un astronauta que lo ve desde el espacio no es más que un pequeño punto. Ese pequeño punto encierra muchas maravillas que merecen ser vistas y contadas, así que ánimo “Viajeros infrecuentes” que les vaya bien y nos lo cuenten…
Si vieran cómo envidio el tamaño de vuestro mapamundi.Tus abuelos tuvieron com referente el » mapamundi» de la Palma, y cuentan que uno de los privilegiados que dió la vuelta a la isls exclamó ¡ Coñó mira que el mundo es grsnde!