Deliciosas vistas de Lisboa

Hay una visita obligada en Lisboa, se nota en las colas de gente que esperan por el tranvía exacto que les lleva a las alturas, o por los grupos de turistas que suben a duras penas las empinadas cuestas hasta la colina. Todos quieren llegar al Castillo de San Jorge que domina la ciudad y el río. Lo bueno de ir por segunda o tercera vez a Lisboa es que te puedes ahorrar la visita cultural al castillo y tomarte algo en la terraza frente a la Iglesia de Gracia, que goza de casi las mismas vistas a los desnivelados tejados lisboetas que se esparcen hasta donde alcanza la vista. Pero también permite ver la fortaleza en todo su esplendor, mientras uno se toma un galao de café con un pasteis de nata, o una cerveza superbock, según la hora del día y la prudencia del consumidor.

Lisboa y el Tajo desde Cacilhas
Lisboa y el Tajo desde Cacilhas

Pero para cañas con vistas, las que se pueden disfrutar al otro lado del Tajo. Por apenas un par de euros se puede dar un paseo de 20 minutos en ferry desde la estación de Cais do Sodré hasta Cacilhas, y una vez allí, nada más salir del barco, hay que recorrer el paseo que bordea la orilla a lo largo de un montón de muelles y dársenas abandonadas en peligro de derrumbe. Una vez pasado el mal rollo se llega a los dos únicos edificios que se mantienen en pie y que convenientemente se han convertido en bares desde cuyas terrazas se puede ver un espectacular atardecer sobre Lisboa con el Tajo de por medio. Un vino blanco portugués, una ensalada de pulpo y unos langostinos, hacen el resto del aperitivo.

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