Costa de Biarritz

Cabaret Biarritz

Biarritz puede ser un perfecto escenario de novela hoy en día, no hay duda, pero si a sus escenarios le sumamos el estilo de vida y los personajes que la habitaron -o veranearon- en los años veinte, parece imposible que no haya protagonizado más literatura.

En aquella época de felicidad de entreguerras acudían a la pequeña ¿ciudad? francesa representantes de todas las casas reales europeas, que se juntaban con artistas, empresarios más o menos turbios, coristas, aristócratas o muertos de hambre que intentaban dar el pego en la alta sociedad. Como dice uno de los personajes de este libro: «Durante el verano, Biarritz era el centro del mundo».

En ese ambiente se desarrolla Cabaret Biarritz, de José C. Vales, una novela con una propuesta y estructura igual de extrañas y extravagantes que aquella época y lugar. A ver si consigo explicar en qué consiste el argumento:

La novela sobre Biarritz

En los años cuarenta del siglo pasado, un editor pide a un escritor de poca monta, Georges Miet, que escriba acerca de unos extraños y trágicos sucesos que tuvieron lugar quince años antes en Biarritz, durante el verano de 1925. Según nos cuentan en la introducción, el tal Miet empezó a tirar del hilo y se obsesionó con resolver el misterio, reuniendo para ello una gran cantidad de información.

Sin embargo, ese libro jamás llegó a escribirse, por lo que, lo que encontramos en la novela son las transcripciones de las supuestas entrevistas que realizó el escritor a un montón de personajes. Estos entrevistados son testigos, en mayor o menor medida, de lo sucedido aquel verano, y a su manera van componiendo el relato de los hechos aportando su pequeña parcela de información y, de paso, van configurando una visión en multiperspectiva de cómo era el Biarritz de la época y los personajes que lo frecuentaban.

Por si fuera poco, la narración está salpicada de un sinfín de notas al pie, atribuidas al traductor del libro que recibe los manuscritos, que aumentan el relato con más datos históricos o ficticios, o comentarios sobre los personajes y sus testimonios.

En mi opinión el libro tiene grandes aciertos, empezando por esa estructura que tanto me gusta de ir componiendo una historia a base de retazos narrados desde distintas perspectivas, o la manera de recrear el Biarritz de entonces. Muchos de los testimonios que forman las novela son sencillamente hilarantes, y el autor es capaz de poner voces diferenciadas a cada uno de ellos, desde tontas bailarinas a editores desalmados, burócratas quisquillosos o la decadente alta sociedad.

Sin embargo, y este es el principal aspecto negativo, hay algunos capítulos/entrevistas que se recrean demasiado en la divagación de los personajes, haciendo el texto muy pesado y sin ningún interés para la trama. De la misma forma, llega un punto en que las supuestas notas del traductor son una auténtica molestia para poder seguir el hilo de la narración.

Los escenarios de Biarritz

Si hay una razón por la que Cabaret Biarritz tenía que aparecer en este blog es porque a través de sus páginas puedes conocer la ciudad entera, y, mucho mejor, leerla allí equivale a transportarte a 1925 y recorrer los mismos escenarios que sus protagonistas.

Muchos de ellos, como ahora, admiran el paisaje del mar y el atardecer desde cualquiera de sus miradores

«En Biarritz todo resultaba maravilloso: si he de hablar por mis recuerdos, no tengo palabras para alabar ese océano que brilla con refrescantes azules por la mañana y arde en fulgores incandescentes al atardecer, cuando muchos veraneantes se acercan a la Atalaya, o al faro, o al Rocher des Enfants para despedir el sol diario.»

 

Las playas ya eran entonces el centro de atención de Biarritz pero había diferencias sustanciales entre unas y otras:

Playa de Port Vieux Biarritz«La diminuta bahía del Port Vieux -antaño una ensenada donde descansaban al sol las barcas de los pescadores- solía acoger a niñeras y doncellas con sus protegidos pequeños […] Así que la población de Biarritz se dividía entre los bañistas elegantes y distinguidos -que generalmente ocupaban la Grande Plage y Miramar- y los bañistas más estrafalarios, los artistas y los pobres, que íbamos a la Côte des Basques, donde nadie juzgaba a nadie y donde las violentas olas estivales rechazaban las finuras de los ricos y las debilidades de los infantes».

Pero por supuesto, no solo de playa y paisajes vivían los veraneantes, el verdadero entretenimiento estaba tierra adentro:

«El casino municipal, frente a la Grande Plage, hervía todas las noches con grandes fiestas a las que acudía lo más granado de la sociedad europea».

«La vida bullía en la calle Mazagran, en el Biarritz-Bonheur, junto a la estación del BAB, y en la plaza de la Liberté, con sus comercios, librerías, sombrererías, joyerías…».

«Desde el faro a la Côte des Basques, había en Biarritz suficientes palacios, hoteles, villas y mansiones como para pasar una noche en cada uno de ellos y no tener que pagar alojamiento en toda la temporada».

Pero hay un lugar que se destaca entre los demás, en el paisaje y en la novela. La conocida como Villa Belza, sobre la que al parecer circularon leyendas de aquelarres y fantasmas, fue luego el lugar en cuyo sótano tenía sede el Cabaret Biarritz que da nombre al libro, y que acogió, tanto en la realidad como en la ficción, las fiestas y espectáculos más extravagantes y extraordinarios que se pueda pensar.

«Lo construyeron a finales del siglo pasado, justo delante de unos roquedales donde bate el océano con un furia espantosa durante casi todo el año […] Con aquellos miradores transilvanos, los tejados pizarrosamente oscuros de castillo medieval, sus chimeneas británicas, los pináculos y las cruces, su frondoso y umbrío jardín atlántico».

Esto son solo algunos, ejemplos, las páginas de Cabaret Biarritz describen, a través de los ojos de sus personajes, casi cada calle y casa de la ciudad, no os olvidéis del libro cuando vayáis.

2 comentarios en “Cabaret Biarritz

Deja un comentario